Ofrezco aquí el original de uno de los más intensos y justamente
célebres poemas de Leopardi, junto a seis versiones españolas, por orden
cronológico, que brindarán al curioso lector la oportunidad de compararlas (y
en la variedad, como dicen, está el gusto). No me he resistido a dar mi propia
versión, que no es sino otra manera de leer a Leopardi, la de hacerlo hablar en
español de manera natural, inteligible y en un lenguaje poético que no disuene
mucho del que hoy mismo hablamos.
L’INFINITO
Sempre caro mi fu
quest’ermo colle,
E questa siepe, che da
tanta parte
Dell’ultimo orizzonte il
guardo esclude.
Ma sedendo e mirando,
interminati
Spazi di là da quella, e
sovrumani
Silenzi, e profondissima
quiete
Io nel pensier mi fingo;
ove per poco
Il cor non si spaura. E
come il vento
Odo stormir tra queste
piante, io quello
Infinito silenzio a
questa voce
Vo comparando: e mi
sovvien l’eterno,
E le morte stagioni, e la
presente
E viva, e il suon di lei.
Così tra questa
Immensità s’annega il
pensier mio:
E il naufragar m’è dolce
in questo mare.
Versión de Miguel Romero
Martínez:
Siempre cara me fuiste, yerma cumbre,
y esta espesura, que a los ojos roba
tanta parte del último horizonte.
Sentado aquí y mirando interminables
espacios a lo lejos, sobrehumanos
silencios y una calma profundísima
en el pensar me finjo; y poco falta
para que tiemble el corazón. Y oyendo
silbar el viento entre las frondas, voy
comparando esta voz a aquel silencio
infinito; en lo eterno pienso entonces,
en la muerta estación y en la presente,
viviente y rumorosa. Y así en esta
inmensidad se anega el pensar mío,
y el naufragar me es dulce en este mar.
Versión de
Diego Navarro:
Siempre cara me fue esta yerma loma
y esta maleza, la que tanta parte
del último horizonte ver impide.
Sentado aquí, contemplo interminables
espacios detrás de ella, y sobrehumanos
silencios, y una calma profundísima
mi pensamiento finge; poco falta
para que el corazón se espante. Escucho
el viento susurrar entre estas ramas,
y comparando voy a aquel silencio
infinito esta voz; y pienso entonces
en lo eterno, en pasadas estaciones,
y en la presente, rumorosa. En esta
inmensidad se anega el pensamiento,
y el naufragar en este mar me es dulce.
Versión de Antonio
Colinas:
Siempre caro me fue este yermo cerro
y este seto, que priva a la mirada
de tanto espacio del último horizonte.
Mas, sentado, y contemplando, interminables
espacios más allá de aquellos y sobrehumanos
silencios, y una quietud hondísima
en mi mente imagino. Tanta que casi
el corazón se estremece. Y como oigo
el viento susurrar en la espesura
voy comparando ese infinito silencio
con esta voz. Y me acuerdo de lo eterno,
y de las estaciones muertas, y de la presente
y viva, y de su
música. Así que, entre esta
inmensidad mi pensamiento anego,
y naufragar en este mar me es dulce.
Versión de Eloy Sánchez
Rosillo:
Siempre caro me fue este aislado cerro,
y estos arbustos, que una buena parte
impiden ver del último horizonte.
Mas, sentado y mirando, interminables
espacios detrás de ellos, sobrehumanos
silencios y una calma profundísima
yo en el pensar me finjo; y casi, entonces,
el corazón se espanta. Y cuando el viento
escucho susurrar entre estas plantas,
el silencio infinito a la voz esta
voy comparando. Y en lo eterno pienso,
en muertas estaciones y en la viva,
presente, y su sonido. Así, en esta
inmensidad se anega el pensar mío,
y el naufragar en este mar me es dulce.
Versión de Hernán Isnardi
Siempre
caro me fue este yermo monte
Y
ese obstáculo, que de esta parte
Del
último horizonte la vista excluye.
Mas
sentado y mirando interminables
Espacios
tras él, y sobrehumanos
Silencios,
y profundísima quietud
Mi
mente imagina; tanto que por poco
mi
corazón se asusta. Y como el viento
oigo
susurrar entre las plantas, yo aquel
Infinito
silencio a esta voz
Voy
comparando: y me acuerdo de lo eterno,
Y
las muertas estaciones, la presente
viva,
y su sonido. Así en esta
Inmensidad
mi pensamiento se hunde:
Y el
naufragio me es dulce en este mar.
Versión de José Luis
Bernal:
Siempre caro me fue este yermo monte
y aqueste seto que por tanta parte
mirar impide el último horizonte.
Mas sentado, y mirando, interminados
espacios más allá, y un sobrehumano
silencio, y profundísimas quietudes
en la mente me finjo; do por poco
se espanta el corazón. Y como el viento
oigo silbar entre estas plantas, yo ese
infinito silencio a estas voces
voy comparando: y lo eterno evoco
y las muertas edades, y la viva
y presente, y su son. Así entre esta
inmensidad se anega el pensamiento
y el naufragar me es dulce en este mar.
Versión de Luis Martínez Merlo
Siempre amado me fue
este otero yermo,
y este seto que
impide la mirada
del último horizonte
en tanta parte.
Mas sentado y
mirando, interminable
espacio tras de
aquel, y un sobrehumano
silencio, y una
calma profundísima
en la mente imagino,
tal que casi
siente miedo mi
pecho. Y cuando el viento
oigo sonar entre
esas plantas, ese
infinito silencio, y
esta voz
voy comparando; y en
lo eterno pienso,
las edades ya
muertas, la presente
y viva, y su sonido.
Así tras esta
inmensidad se anega
el pensamiento:
y dulcemente en este
mar naufrago.
Versión de Enrique Baltanás
Siempre este aislado cerro me gustó,
y estas malezas que por tantas partes
del lejano confín la vista impiden.
Pero al sentarme aquí, mirando al lejos,
un gran espacio en calma y en silencio
eterno e infinito me imagino.
Y un poco el corazón se sobrecoge.
Cuando el viento resuena entre las ramas,
comparo aquel silencio a aquel silbido
y ya evoco lo eterno, ya el pasado,
ya la presente edad, viva y sonora,
y mi alma en infinito se me adentra.
Y naufragar en este mar me es dulce.
Il cor non si spaura (línea 8)
ResponderEliminarE le morte stagioni (línea 12)
Di niente!
Nunca he tenido muy claro si lo dulce es el mar, el naufragio, o el islote con viento, vegetación, ruido y estaciones al que el náufrago es devuelto por el mar.
ResponderEliminarCon todo, el español de tu infinito (casi sin islote: no hay aquel y este, sino aquel y aquel)suena muy bien.
C.