Durante estos días de fragilidad (una de las "ventajas" de la enfermedad es que nos hace redescubrir nuestra frágil naturaleza de quebradizo barro), he estado apartado del blog, que no de los blogs, que he seguido leyendo.
Pero he descubierto algo dotado de un mágico y secreto atractivo: el silencio.
Qué bien se está callado.
Y que lo digas, Enrique, y sobre todo sin oír a los demás.
ResponderEliminarEspero verte pronto, un abrazo.
Los que callan, saben.
ResponderEliminarUn beso.
Lola
No en vano, el hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Me alegro de que estés restablecido. Un abrazo
ResponderEliminarPero no por enfermedad, Enrique. En todo caso, en convalecencia.
ResponderEliminarMejor se está sin decir "ná".
ResponderEliminar(que dijo el maestro en circunstancia similar)
.
ResponderEliminarLa verdad es que esto de los blogs (escribir y comentar) es para incontinentes. Un abrazo Enrique.
ResponderEliminarComo dijo Aristóteles: "El necio afirma, el sabio duda y reflexiona" Pobre necio entonces fue él, y yo, y todos...
ResponderEliminarUn saludo
Una vez, fingí una ronquera,...no sabes de la cantidad de cosas que me enteré.
ResponderEliminarHbalar cofunedn a la gnete.
si, por que los tuyos son silencios elocuentes, que dicen cosas... En fin, un silencio que no puede ser silencio. jgm
ResponderEliminarAy, el Silencio...
ResponderEliminarPost Scriptum La maternal docente.
lo deberían prescribir los médicos...
ResponderEliminarpero es menos violento decirle a
un tío que deje el tabaco...
que es como dejar el blog...
un vicio retornable...
beba mucha agua, enrique
¡Mejor, que el propio dios!
ResponderEliminarTambién me voy por donde discurre el agua. Eres escritor y, encima, maestro. El silencio blanco y otros cuentos.
ResponderEliminarYo también soy partidaria de muchos silencios; pero no de todos, que algunos embrujan.
ResponderEliminar¿No es ya mucho silencio?
¿Cómo está?