LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

martes, 10 de abril de 2012

ANTONIO MORENO: NOTAS DE ADONDEQUIERA

¿De que trata este libro de Antonio Moreno, titulado En otra casa y que acaba de publicar, en la colección Levante, La Isla de Siltolá? De todo, de nada. De la brevedad, dice su autor. Más retórica, más pomposamente, podríamos decir que de la fugacidad. Pero Antonio Moreno rehuye la retórica y abraza un estilo claro y sencillo, como claras y sencillas son las cosas que nos cuenta en su libro.

De la fugacidad, decíamos; de la brevedad, dice su autor. De pronto nos encontramos, en la página 79, con unas palabras que parecen ser el meollo o el nudo que une el tejido de este libro. Esas palabras son éstas:

Afortunadamente, todas las cosas acaban, las mejores y las peores, las que anhelamos y las que aborrecemos, y en su alternante finitud estriba lo que ellas son para nosotros. Por eso resulta poco juicioso desear que nada dure indefinidamente, inluidos nuestro nombre o nuestra vida. Hay algo de pueril en el ansia de alcanzar una existencia eterna. Es este afán una  enfermedad romántica, o bien una religiosidad engañada. ¿Qué se pretende que sea inmortal? ¿El cuerpo? ¿La devanadera consciente del pensamiento? La eternidad no puede iniciarse después de nuestra hora última; la eternidad no está por delante o por detrás de nuestros pasos, cuando cesa definitivamente el flujo temporal que se inició en el momento de nuestro nacimiento. Vivimos en el seno de lo eterno, respiramos eternidad cada mañana, mientras transcurre la jornada de trabajo o nos asomamos para ver desde él las palmeras o las buganvillas. Y hay momentos que son una cresta clara porque la percibimos, nos sabemos expresión pasajera e integrante de ella. Conviene tener confianza y dejarse llevar, como el niño se deja conducir por la mano de la madre o del padre. Vinimos; un día nos marcharemos con voluntad placentera.

Se trata, es evidente, de la declaración de un credo filosófico. Porque este libro, aun por encima de sus cualidades literarias, que no son pocas, es un libro de filosofía. Antonio Moreno no se detiene a demostrar la certeza o la verdad de sus afirmaciones, con pruebas y argumentos. Por eso no es un libro de filosofía en sentido estricto. Pero no por ello deja de ser un libro filosófico, con envoltura poética. O un libro poético con almendra filósofica.

Y en esta filosofía me quedo pensando, mientras cierro las tapas del libro.

1 comentario:

Cristina Brackelmanns dijo...

Qué se pretende que sea eterno, esa es la cuestión.
"La devanadera", que es algo así como la otra cara del ganarás el pan con el sudor de tu frente, espero que no. La carne, depende...
La cosa es que, se pretenda o no, que a algunos la disolución no les produce ningún espanto (a mí por lo menos la única idea que de verdad me espanta es la de la reencarnación) ni sienten tan clara esa necesidad, es artículo de fe y, sobre todo, de esperanza ("expecto" resurrectionem mortuorum et vitam venturi sæculi, decimos), de esperanza sobrenatural.
Por lo que se refiere a lo puramente natural, yo estoy con él, entiendo que le parezca poco juicioso desear que nada dure indefinidamente, pero no creo que se pueda tachar de pueril ni de romántico, ni de falsamente religioso, el deseo contrario (como romántico, el deseo de disolución lo es bastante más ¿no?). Puede que uno y otro dependan ya de la constitución de cada cual, lo mismo que hay gente con un instinto de supervivencia feroz y otros en los que apenas funciona.
El texto, con todo, es hermosísimo: Vivimos en el seno de lo eterno, respiramos eternidad cada mañana y hay momentos de claridad en que la percibimos.
Muchas gracias (y, si me lo permites, no devanes demasiado, total pa qué. Mejor hacerse de la escuela de las palmeras y las buganvillas. Al fin y al cabo lo único que sabemos es que ni ojo vió ni oido oyó... ).