LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

jueves, 29 de junio de 2006

Para una sociología de los premios literarios

Si este fuese un país como tendría que ser (vamos, como se imagina uno que tendría que ser), ya se habría escrito un libro titulado más o menos así, Sociología de los premios literarios. Con tantos libros como se publican, todavía quedan libros por escribir, libros que nadie escribe. Este que digo parece desde luego que no lo va a escribir nadie, porque ya han pasado de moda los enfoques sociológicos de la literatura, y Lukács, Goldmann, Escarpit y demás compañeros mártires ya no se llevan. Pero un libro así, si estuviera bien escrito y mejor concebido, nos revelaría muchas cosas sabrosas sobre la literatura, pero también sobre la antropología, sobre la psicología, sobre nosotros mismos.

De todos modos, aunque el libro no llegue, lo que sí llegan son algunos apuntes. José Luis García Martín insistía hace poco en su teoría cuántica de los premios literarios, según la cual, uno o dos sientan bien, pero más de tres resultan tóxicos o mortales de necesidad. "Los premios de poesía —escribe el crítico asturextremeño—suelen estar gafados: quien después de los cuarenta sigue concursando ya no juega en la misma división que Valente o Brines, sino en la de los muy respetables Ángel García López o Carlos Murciano". La frase encierra una verdad estadística, pero no una verdad de principio. Suele ser así, pero no necesariamente tiene que ser así. De hecho, la frase es casi tautológica: la mayoría de los poetas no alcanzan la cima de los Brines y los Valentes. Ya lo sabíamos. Incluso más: la mayoría de los poetas realmente existentes no alcanzan las cimas de Ángel García López o Carlos Murciano.

También Álvaro Valverde escribe sobre premios literarios, a raíz de su amarga experiencia como jurado de alguno de ellos, fallado recientemente en Almendralejo, villa natal de Espronceda. Incluso los premios “limpios”, y quizás preferentemente estos, los suelen ganar los cazapremios profesionales. Para estos señores, a los que Valverde califica de ludópatas, “el objetivo no es tanto publicar una nueva obra (en rigor no la hay: a determinado ritmo, la reiteración es inevitable), cuanto seguir ganando dinero a costa de esta curiosa lotería.”

Todos conocemos ejemplos de estos curiosos ciudadanos de la república de las letras. Yo he oído hablar de una señora jubilada que todos los años da la vuelta a España recogiendo premios y flores naturales por villas, villorríos y lugares. Ella no necesita del INSERSO para viajar. Y una vez me contaron lo que exclamó el presidente de un jurado al abrir la plica del que resultó galardonado: ¡Jo, otra vez Manuel Terrín Benavides!

Es verdad que a veces los jurados no tienen dónde elegir. Pero también es cierto que a veces, muchas veces, no aciertan porque sencillamente no saben leer.

Yo no creo que la calidad de un poeta se pueda medir por el hecho de que gane premios o deje de ganarlos. Ni de que escriba mucho o escriba poco. Balzac escribió muchísimo, y siempre para ganar dinero, pero esto no quiere decir nada, y ahí está su obra, irregular, sí, pero irregular como una cordillera.

Todo esto es muy complejo, y por eso haría falta que alguien se animase a escribir ese libro que falta.

Ahora bien, de lo que sí soy partidario es de que siga habiendo premios literarios. Porque, si no, ¿de qué íbamos a hablar? Como cuando nos encontramos al vecino del quinto en el ascensor y cambiamos impresiones sobre el tiempo. Un tema de conversación. Un bonito tema de conversación. Así que seguiremos, porque aún queda mucha tela que cortar. Por cierto, que hoy parece que está más fresco que ayer. —Sí, pero llover no llueve.

miércoles, 28 de junio de 2006

Germanías

La sociología de la Escuela de Frankfurt era, más que nada, una sociología de adorno.

*

Kant tenía una filosofía de solterón: para él, efectivamente, la cosa en sí era impenetrable.

*

Goethe ha sido quizás el único europeo que ha sabido nadar y guardar la ropa. Admirar a Napoleón y detestar la Revolución francesa. Clásico y romántico. Aristócrata y burgués. Ser grande y ser mezquino. O quizás no ha sido el único.

*

Nietzsche: es comprensible que un pobre hombre sueñe con ser un sobre hombre.

*

Thomas Mann: corazón latino y cabeza germánica. ¿O era al revés?

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Joseph Ratzinger: y sin embargo, Dios no se había olvidado de Alemania.

domingo, 25 de junio de 2006

Ecología y verdad

No cesan nuestros queridos ecologistas de denunciar la desaparición de especies por mor de la acción depredadora del hombre...
Pero a las cucarachas, mosquitos, ratas, polillas, etc. llevamos siglos gaseándolos y no se extinguen, no desaparecen... los muy hideputas
Algo debe de haber en la ecología que no es verdad.

miércoles, 21 de junio de 2006

Paradojas

La derecha española aún sigue prendida de los postulados de Marx, y cree que la gente se mueve por intereses materiales, por realidades económicas.

La izquierda, en cambio, hace tiempo que dejó de ser marxista, y sabe que lo que realmente mueve el mundo, y lo ha movido siempre, son las ideas.

Por eso la izquierda se ha preocupado de crear un formidable imperio mediático, de dominar la industria de la cultura, de manejar lo que llama los “aparatos ideológicos” del Estado.

La derecha, en cambio, cree que con unas buenas cifras económicas en su haber ya tiene al electorado en el bolsillo.

La izquierda se dirige al corazón, y la derecha al estómago. La izquierda es mítica y platónica; la derecha, aburridamente aristotélica y silogística.

Varas de medir... y de rodar

En el lenguaje coloquial establecido,

“¡Fascista!”: es un insulto.

“¡Comunista!”: no lo es.

¿Hay diferentes varas de medir totalitarismos?

Resueltamente, sí.

Las terribles imágenes de los campos de exterminio nazis, todos las llevamos en la retina. Las hemos visto cientos de veces en películas y documentales.

¿Pero quién ha visto jamás imágenes del Gulag?

lunes, 19 de junio de 2006

Un clamor popular

¿Quién podrá negar ahora que Cataluña es una nación?

Un ominoso poder centralista ahogaba un sentimiento milenario prácticamente unánime de una nación irredenta.

Pero por fin el adalid de la Alianza de Civilizaciones ha devuelto la voz a Cataluña.

Cataluña ha hablado. Cataluña es ya una nación. Lo malo es que tantísimos catalanes aún no se han enterado. Como si no fuera con ellos. Perros.

viernes, 16 de junio de 2006

USA es culpable

Cada día se abalanzan sobre ti noticias que te sorprenden, que te irritan, que te confortan (las menos)… De la ducha informativa de hoy quiero resaltar esta que publica el diario El Mundo en su edición del 15 de junio sobre una encuesta realizada por el Pew Research Center, institución especializada en opinión pública y medios de comunicación, acerca de la “popularidad” de los Estados Unidos en el mundo.

Destaco este dato que nos interesa: España es uno de los países más anti-nortemericanos del planeta. “El 73% de los españoles —se afirma literalmente en la información— admiten a estas alturas que tienen una opinión desfavorable de Estados Unidos.” En sentimiento de antinorteamericanismo sólo nos superan Jordania y Turquía, donde apenas el 15% y el 12%, respectivamente, de la población tiene opiniones positivas sobre Estados Unidos.

¡Somos más antinortamericanos que Rusia o que Egipto o que China!

En la cuestión concreta de la intervención en Irak y del armamento nuclear de Irán, la opinión pública mundial estima como más peligroso lo primero que lo segundo. Andrew Kohut, director del instituto, concluye: “Obviamente, cuando tenemos mucha más gente diciendo que la presencia americana en Irak es una mayor amenaza para la paz mundial que Irán, es fácil entender el daño que la cuestión de Irak sigue haciendo a la ‘buena voluntad’ de Estados Unidos.”

En realidad, esta encuesta no constituye ninguna novedad, y sólo confirma lo que ya habían revelado estudios demoscópicos anteriores.

La pregunta es: ¿a qué se debe esta imagen negativa de los EE. UU. en el mundo, y en particular, en España?

¿Quizás porque EE. UU. representa el “capitalismo”?

¿Quizás porque encarna mejor que nadie las libertades, ya que es la democracia más antigua del mundo?

¿Quizás porque representa “el poder”?

¿Quizás porque en el fondo envidiamos su pujanza económica, su predominio científico y su capacidad militar?

¿Quizás porque la mayoría de los norteamericanos están dispuestos a morir por su bandera y por su país, y lo que su bandera y su país significan?

¿Quizás porque, aunque los ladrillos del muro de Berlín hayan caído, no han caído de las neuronas de la gente?

¿Quizás porque la vieja Europa no tolera que la jovencísima América le haya arrebatado el cetro? (Con los americanos que siguen en el subdesarrollo sí somos más paternalistas).

Podría seguir haciéndome preguntas, pero reconozco que no tengo la respuesta. Al menos, a día de hoy.

Una cosa sé, o creo saber, sin embargo: de nuestra relación con Norteamérica dependerá nuestro futuro. Para bien o para mal. Por eso no es ésta una cuestión baladí.

José María Pemán...


Como afirma el autor de Cuaderno de Vísperas , el poema era de José María Pemán. Lo de menos, claro, era la erudición, tan fácil hoy gracias a Google; lo importante era el poema. Pemán lo titulaba "Oración".

jueves, 15 de junio de 2006

Tres jueves hay en el año

Yo sé que estás conmigo, porque todas
las cosas se me han vuelto claridad:
porque tengo la sed y el agua juntas
en el jardín de mi sereno afán.

Yo sé que estás conmigo, porque he visto
En las cosas tu sombra, que es la paz;
Y se me han aclarado las razones
de los hechos humildes, y el andar
por el camino blanco se me ha hecho
un ejercicio de felicidad.

No he sido arrebatado sobre nubes
ni he sentido tu voz, ni me he salido
del prado verde donde suelo andar...
¡otra vez, como ayer, te he conocido
por la manera de partir el pan!

¿De quién es este poema? Adivina, adivinanza… ¿Una pista? Pues de un poeta, andaluz por más señas, que nació un año antes de que se perdiera Cuba… A ver, esa erudición…

miércoles, 14 de junio de 2006

Del "Paco Robles Blog's"

Libertad bajo fianza

En Andalucía vivimos en libertad... bajo fianza. Quien sea capaz de toserle a Chaves, alias el Bueno de Manolo para sus periodistas a sueldo, puede terminar como Francisco Rosell o como Javier Caraballo: con una querella y bajo una fianza que no le impusieron ni a Otegui, alias Príncipe de la Paz, cuando llamó al Rey el jefe de los torturadores.
La sociedad andaluza está dividiéndose peligrosamente en tres partes:
-Los que viven del régimen a tutiplén.
-Los que tienen la osadía de criticar la "mediocracia" de Chaves.
-Los que prefieren guardar silencio por lo que pueda pasarles.
Mientras, bienvenidos a la realidad nacional donde se vive en libertad... bajo fianza.

martes, 13 de junio de 2006

El dilema del verano

"Cómo huir del calor sin caer en la gente."

El hallazgo es de Ortega.

Lugarcomunismo

El hallazgo es también del maestro (en el erial).

jueves, 8 de junio de 2006

Lápidas lapidarias

Todo el teatro de Valle Inclán es un teatro de marionetas.


José Antonio Marina es el Arturo Pérez Reverte de la filosofía.


Ortega era un dandy que en vez de colonia se echaba Dilthey.


Crítica de un libro de Gregorio Morán: ni era maestro ni vivía en un erial.


Yo he dado un paso más que Juan Ramón Jiménez: soy el cansado de mí mismo.

Para una taxonomía de los premios literarios

Los premios “literarios” pueden clasificarse en tres grandes grupos o reinos: los premios políticos, los premios sociales y los premios económicos.

En el primer grupo, el de los políticos, se incluirían galardones como el Cervantes, el Reina Sofía, el Menéndez Pelayo, los premios nacionales del ministerio de cultura… , los de las generalidades, juntas, xuntas y demás taifas, o el recientemente fallado Luis de Góngora, que otorga la junta de Andalucía por el bonito importe de 30.000 euros. Este último le acaba de caer en gracia a Julia Uceda, en dura competencia con Julio Aumente, astro apagado de la constelación de Cántico: estaba claro que lo iba a ganar ella, porque además cumple con la cuota de género. Últimamente destaca mucho en este apartado el jerezano José Manuel Caballero Bonald, el infractor en la moqueta. Un claro excluido de este negociado, o negociete, es Aquilino Duque, castigado de cara a la pared por ser duque en un país en que hasta el Rey parece republicano.

Los que llamo premios sociales son aquellos que suelen otorgar cajas de ahorro, ayuntamientos y diputaciones, mayormente. Les llamo sociales porque cumplen una función social: saciar el hambre de notoriedad de tanto letraherido, propiciar el hobby de la escritura como terapia ocupacional para corazones irredentos, repartir limosnas a los pobres, es decir, a los poetas, fomentar vocaciones de futuras estrellas que se estrellen… o completar la paga de jubilación de los poetas ya amortizados. Además, a estas instituciones las relativamente baratas inversiones les sirven por razones de imagen y fiscalidad. Estos premios son numerosísimos, y es bastante difícil no ser agraciado con uno al menos una vez en la vida, a poco que uno lo pretenda y a veces hasta sin pretenderlo. En este grupo se incluiría también el premio Adonais, en el subgrupo de acción social juvenil.

Finalmente, los económicos serían los premios que atiende sólo, o principalmente, a razones de mercado libre: el paradigma sería el Premio Planeta, pero hay otros muchos. Como el Nadal. Estos premios se venden en grandes superficies y amontonados en pilas.

Conclusión: que premios literarios, lo que se dice literarios, no los hay en España.

Porque, después de todo, ¿qué es un premio literario? Quizá sólo un oxímoron.

(De un apunte para mi futuro ensayo Los libros no son para venderlos).

miércoles, 7 de junio de 2006

Andazulía is different

01 junio 2006

La materia de Andalucía

En La materia de Andalucía, Enrique Baltanás disecciona de forma extraordinaria lo que podríamos llamar el ciclo andaluz en la literatura de los siglos XIX y XX, fenómeno de alcance europeo que nace como reacción romántica frente a la Revolución Francesa, y que se alimenta de una nostalgia por la pérdida de la Arcadia, del paraíso, que se situaba en un lejano lugar exótico (lugar físico, porque lo literario tiende siempre a lo verosímil, pero sobre todo lugar de los sueños y de las aspiraciones humanas): Andalucía y lo andaluz, realidades que en este proceso resultan profundamente desdibujadas por la sucesión y acumulación interminables de tópicos literarios, que acabarán derivando en un discurso ideológico y político. Porque el andalucismo no es otra cosa que la asunción del ciclo andaluz más allá de la fantasia literaria. Los andalucistas creyeron en los tópicos construidos literariamente por escritores que jamás habían pisado tierra andaluza, asumieron que Andalucía era esa tierra de promisión, pródiga en riquezas y hermosura, donde lo mejor de oriente y de occidente se fundía en una amalgama civilizatoria sin parangón en el mundo. Y sólo después miraron a la realidad, y se encontraron con los ojos embrutecidos y resignados de los jornaleros, con la pobreza, el polvo, la miseria, el hambre... Cómo era aquello posible. La tierra más rica, más hermosa, el espacio donde se funden y cristalizan las mayores realizaciones culturales de la Humanidad, empobrecida, cabizbaja, resignada, decadente. Y entonces inventaron el grito. ¡Andaluces, levantaos! Eso es todo. Andalucía, como mito literario. El andalucismo, la religión creada para su salvación.

La materia de Andalucía se fue poco a poco agotando como sustancia literaria. Hoy viaja en coche oficial y se divulga a golpe de boja.

1 Comentarios:

At 01 junio, 2006 14:34, leonardo_da_quinqui said...

El bucle melancólico andaluz tiene mucho de moruno. La realidad es otra. Somos castellanos, leoneses, aragoneses de origen. Con mezcla de los moriscos que se quedaron, vale. Pero nada de orientales. Afortunadamente para las andaluzas, por ejemplo. Baltanás tiene otra idea muy afilada: Andalucía como realidad política nace en 1981 con el Estatuto de Autonomía que define sus límites geográficos. Antes era un conglomerado de capitanías generales, audiencias judiciales, diócesis y archidiócesis, etc. Pero políticamente no era nada.
¡Sigue con el blog!

Pescado en la red

zETApé

(hoy, en algún lugar de la red, coleaba este pececillo ya a punto de morir asfixiado)

martes, 6 de junio de 2006

Refranero

Ventajas de un escritor sin éxito: lo que se gana en libertad se pierde en publicidad.

Metáforas

  • El aforismo sería en literatura lo que, en matemáticas, el algoritmo.
  • La metáfora es un teorema que nunca podrá ser demostrado.
  • Góngora hacía lo mismo que Ramón, pero con menos gracia.
  • La lengua es una red para pescar metáforas.
  • La metáfora no es flor, sino fruto.
  • Las metáforas manifiestan que el hombre no es un creador, sino a lo sumo un recreador.
  • Con las metáforas cosemos y zurcimos el traje del mundo, para poder mantenerlo en uso.
  • La metáfora demuestra que dos y dos no son cuatro.
  • Sin metáforas, no podríamos pensar; sólo con metáforas, tampoco.
  • La poesía usa la metáfora como el ciego su bastón.
  • Mediante la metáfora, la lógica se viste de fiesta.

lunes, 5 de junio de 2006

Criticar al crítico

¿Se puede críticar al crítico? Decididamente, no. Ni es ético, ni es estético. Los críticos, como las personas reales, deben ser inviolables.

Por lo demás, los libros se defienden solos… o no tienen defensa posible.

domingo, 4 de junio de 2006

Meditaciones monárquicas

Exhibir ostentosamente símbolos republicanos en un acto oficial que presiden SS. MM. los Reyes, vociferar consignas republicanas de dudoso gusto ante SS. AA. RR. los Príncipes de Asturias, ¿es un acto político? ¿o es simplemente un acto de descortesía? ¿o es un acto de política grosera e ineducada, es decir, impolítica?

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Un rey es algo más que el jefe del Estado. Un rey es como el padre de una gran familia. Y a los padres no se les elige. A los reyes tampoco.

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La república es un régimen político que una nación se da en un momento dado. La monarquía es la nación misma, perdurando en el tiempo.

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Con la monarquía, la nación adopta “un aire de familia”.

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La France qui tombe… ¿no empezó a caer el día que guillotinaron al rey, a María Antonieta, al Delfín…?

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Nunca ha habido un “rey de Alemania”. Los alemanes nunca tuvieron un rey. Por eso tuvieron que inventarse un Kaiser, un emperador. Por eso, y para compensar y disimular esa abultada carencia, han intentado varias veces confundir sus fronteras con las de Europa.

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Rusia no se encontrará a sí misma hasta que no reponga al Zar.

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Creen algunos que lo progresista es la república, y lo reaccionario la monarquía. Eso creen, pero se equivocan. Las monarquías suelen ser reformistas, y las repúblicas traumáticas. Y ya se sabe que los traumatismos suelen requerir luego ortopedias y reposos de yeso.

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La lectura más ajustada del Cantar de Mio Cid es esta: un encendido y racional elogio de la monarquía… a través de un monarca que no siempre toma las decisiones justas.

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En la monarquía, la ley no es un principio abstracto, no es una entelequia, no es un tecnicismo: es un hombre (o una mujer). Es la personificación de una idea. Una idea que camina… y que a veces tropieza.

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En las Partidas se le llama al rey “corazón et alma del pueblo”. O es eso, o no es nada.

sábado, 3 de junio de 2006

Jardines de bolsillo

De la mesa de novedades de una librería cercana me traigo un nuevo libro de José Luis García Martín, que, desde que dejó Renacimiento, cada vez publica en editoriales más raras. Raras por lo difíciles de encontrar, pero raras también por lo exquisito de la tipografía y lo cuidado de la edición. El sello, en esta ocasión, es la asturiana Trea, y el título del libro, Jardines de bolsillo. Tres mil años de poesía.

¿Tres milenios en poco más de ciento cincuenta páginas? Sí y no. Subjetivo y parcial, García Martín no pretende forjar un nuevo canon ni darnos un acelerado cursillo de poesía universal. Los poemas que traduce, o que reescribe, valen por sí mismos, y se leen al margen de quién haya sido su autor. Este, por ejemplo, de autor anónimo y geografía incierta, dice:

Si tú me miras,

soy como la nube

roja;

si me hablas,

soy como el perro que escucha.

Si me amas,

soy como la flor que se abrasa

entre tus cabellos.

Si me dices no,

soy como una canoa

vacía,

que da bandazos en el río

y la destrozan las rocas.

Con la lectura de este poema, y otros muchos de estos Jardines de bolsillo, siento que el día no está aún perdido del todo.

viernes, 2 de junio de 2006

Una palabra difícil

La explosión de los conocimientos ha arruinado el conocimiento. Ya no hay visión total, globalizadora, sino miradas parciales, subjetivas. El ensayo ha sustituido al tratado y a la summa. Todo es cuestión de perspectiva: el perspectivismo es la verdadera filosofía latente de nuestro tiempo.

No sólo las ciencias y las letras se han escindido, al parecer irremediablemente, sino que cada parcela, científica o humanística, se trocea y subdivide indefinidamente, incesantemente, de manera que el especialista se especializa cada vez más, y cada vez sabe más sobre menos. Y el especialismo requiere un esfuerzo agotador, tanto que el especialista se queda sin ganas y sin tiempo como para ocuparse de nada más. “El problema —así lo expone gráficamente Juan Arana— es que el metro cuadrado de sabiduría ha subido mucho de precio y hacen falta esfuerzos ímprobos para apropiarse una modesta parcela, de manera que tendemos a sentir plenamente realizada nuestra humanidad cuando lo conseguimos.” Y pone un ejemplo ilustrativo: si cada año se publican varios cientos de miles de teoremas, ¿qué matemático habrá que pueda seguir ese ritmo y estar al tanto de todo lo nuevo de su disciplina?

Arana rompe una lanza en favor de la interdisciplinareidad, concebida como una “síntesis teórica”.

Pero se me ocurren algunas dudas.

Primero, que esas síntesis ya existen. Constantemente se publican libros —sin contar las enciclopedias y los manuales y libros de texto— que pretenden ofrecer visiones globales de la cultura y del conocimiento, del tipo, por ejemplo, de Vida, naturaleza y ciencia. Todo lo que hay que saber, de Detlev Ganten, Thomas Deichmann y Thilo Spahl (Taurus, 2004) o La cultura. Todo lo que hay que saber de Dietrich Schwanitz (Suma de Letras, 2005) o Compendio de Historia cultural de Ute Daniel (Alianza, 2005) o muchos otros que parecen ser los herederos de las Etimologías isidorianas.

Segundo, que el concepto de interdisciplinareidad supone una neutralidad axiológica realmente inexistente. Como si todos los conocimientos y pensamientos pudieran concordarse sin contradicción. Pero la sabiduría no sólo presupone alcanzar la verdad, sino negar otras pretendidas verdades. Las “verdades” compiten. O se acepta la cosa en sí incognoscible, como Kant, o no se acepta, como Hegel, pongo por caso. A la verdad aspiran muchos, pero ¿quién la habrá conseguido? ¿Y qué sabio interdisciplinar podrá decidirlo? Por supuesto que la ley de Boyle-Mariotte carece de valor axiológico y que cualquiera en su sano juicio la considera probada e incontrovertible, pero las leyes físico-matemáticas nos hablan del cómo, no del por qué ni del para qué, que es precisamente aquello en lo que consiste la sabiduría.

Y tercero, el hombre común. Y no me refiero sólo al iletrado o escasamente cultivado, sino a los mismos licenciados y doctores, ya tan abundantes en nuestra sociedad. Ni siquiera la mayoría de estos tendrá la paciencia de leer todos esos libros interdisciplinares, y mucho menos para decidir y discernir racionalmente sobre todas las “verdades” parciales que se le ofrezcan. Pero es que en rigor él, el hombre común, el hombre cualquiera, cree que no le hace falta, porque ya sabe lo que tiene que saber para estar en el mundo. ¿Y qué es lo que sabe? Lo que cree saber. Porque la base de lo que somos no está en lo que sabemos, sino en lo que creemos. La gente no es de izquierdas o de derechas porque haya estudiado detenidamente las doctrinas económicas o sociales, sino porque se ha decidido y se ha posicionado. Es un acto de fe, de adhesión, de confianza o, como se dice ahora, de credibilidad. La gente no es evolucionista o creacionista porque haya leido libros de biología, sino porque “cree” una cosa u otra.

“El hombre —decía Ortega—, en el fondo, es crédulo o, lo que es igual, el estrato más profundo de nuestra vida, el que sostiene y porta todos los demás, está formado por creencias. Éstas son, pues, la tierra firme sobre que nos afanamos.”

Ahora bien, la creencia como forma de conocimiento, o de apropiación o aprehensión del mundo, es algo bastante problemático. “Esta operación mental —decía Hume, uno de los primeros en fijarse en esto— ha sido hasta ahora uno de los mayores misterios de la filosofía”.

He aquí por qué tres razones cuando menos no creo en la interdisciplinariedad como solución al perspectivismo y al especialismo. La solución, pues, tendremos que buscarla en otro sitio. No en esa palabra tan difícil de escribir y pronunciar, interdisciplinariedad, sino en otra más antigua y más sencilla: sabiduría.