El nombre de Fernando Tomás Pérez González era hasta ahora uno de esos nombres a los que no podía asociar un rostro. Conocía, sí, su voz, porque hablamos varias veces por teléfono. Su letra, porque nos habíamos carteado. Pero no su rostro, porque no llegamos a encontrarnos nunca. Ahora sé que ese encuentro ya no será posible. Fernando Tomás ha muerto. Me entero de la triste noticia por el weblog de Álvaro Valverde, que además cuelga varias fotos (ahora ya conozco su rostro). Fernando Tomás tenía 52 años, los mismos que yo tengo ahora, y se lo ha llevado eso que con macabro eufemismo se denomina "una larga enfermedad".
Habíamos hablado mucho de los orígenes y raíces extremeñas de la familia Machado (incluyendo la rama de los Álvarez Guerra), del magnífico proyecto -y realidad- de la ERE, de las relaciones entre Andalucía y Extremadura (la revista Demófilo de la Fundación Machado llegó a publicar un número extraordinario sobre el tema)...
Es triste la muerte en plena sazón de un hombre del que aún tanto se esperaba. Es triste pero es irremediable. Queda, eso sí, la memoria. La memoria del trabajo bien hecho y del hombre de bien (¡qué arcaica, pero que insustituible, esta expresión, hombre de bien!)
Descanse en paz Fernando Tomás.
1 comentario:
Como amigo suyo, agradezco de corazón este recuerdo de Fernando desde Sevilla, la tierra natal de Antonio Machado.
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