Que comienza por el principio, que es por donde conviene empezar siempre. Y el principio es la etimología. Y con esta irrefragable declaración de principios:
Hay viejos y apretados vocablos que son como semillas; llevan en sus entrañas la huella de antepasados extintos y el germen de seres venideros. A veces la magia del filólogo nos permite vencer al espacio y al tiempo y zambullirnos en ese alucinante microcosmos que es la palabra. Y desde muy dentro vemos cómo las raíces verbales se desencadenan e independizan de sus adherencias, pierden sus arrugas y se aniñan, se desnudan de sus significaciones recientes y descubren las originarias, van como devanándose y alumbrando su azarosa e insospechada historia.
Nos explica enseguida que artículo, en latín, era el diminutivo de "artus", que significaba miembro o articulación. En suma, piececilla pequeña que forma parte de un todo.
¿Y de qué todo forma parte nuestro artículo? De una filosofía, de una determinada concepción del mundo. Porque Fernández de la Mora sólo le otorga entidad de verdadero artículo al conceptual o al crítico, y parece desdeñar al puramente literario o divagatorio. Y así lanza el siguiente aviso para navegantes:
Y si no está virtualmente inserto en una concepción del mundo coherente, o respaladado por una tabla de valoración inmutable, degenera en juego ideológico que será cierto o incierto según la perspectiva. Y son pocos los articulistas famosos que han escapado a la justa reacción popular de no ser tomados conceptualmente en serio; sólo los que tenían una visión panorámica y total de las cosas. De los demás apenas sobreviven la huella de su estilo y el recuerdo de sus mentales acrobacias.
Precisamente por esta razón, "su destino final es ser articulado en un libro":
La tara del artículo no está en ser simple página o entrega de un tratado, sino precisamente en la posibilidad de no serlo, y de nacer, por tanto, condenado y tullido.
Sugestiva teoría del artículo ésta que nos propone Gonzalo Fernández de la Mora. Que no sé si tiene discusión posible.
4 comentarios:
Uf, demasiado dogmático -para mi gusto-. Con la diversidad de canales, formatos y públicos de hoy, las ideas de este texto crían polilla a todo meter.
Pero es interesante esa reivindicación de un marco conceptual sólido. Sí y no. Lo suficientemente sólido para que se pueda entender y para que aspire a cierta riqueza de aporte; pero no veo por qué hay que dejar fuera las intuiciones, las sugerencias, las búsquedas.
De chico me gustaban los casetes con el forro de plástico, y el placer de verlos así era superado por el de quitarles el forro y abrirlos. Así que puedo imaginarme la emoción de abrir esa joya, de la que solo ofreces unos pequeños fulgores.
Ahora que ha muerto Mingote. ¿Se podría decir lo mismo de los viñetistas?,quiero decir, lo de la visión coherente del mundo y tal. En el caso de don Antonio, sin duda se podría.
uffff, ¡Ciérralo!
Yo esto por el marco filosófico sólido, ahora y antes. Lo que me cabe en la cabeza es por qué no le cabe a don Gonzalo en ese marco el artículo literario, tan articulable como el que más.
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