Menos éste. A la Historia de los heterodoxos españoles no pudo por menos de ponerle serios reparos, que dejaban traslucir su disgusto. Y eso que no le regateaba elogios a su amigo, aun en medio de sus inexorables censuras:
"Menéndez Pelayo ha estado irreverente, injusto y ciego hablando de los hombres que en España representan lo poco de ciencia y arte que tenemos; pues bien, yo daré de mano a los sofismas que podrían ayudarme para oscurecer el mérito del crítico ultramonano, y me esforzaré en demostrar que aun en ese estilo ligero, apasionado y sin orden, en que se trata del pensamiento libre en España, prueba que tiene inmenso talento, y confesaré que muchas veces pone el dedo en las llagas que debieran curar los liberales españoles."
O sea, que para Clarín, Menéndez Pelayo no era un ultramontano más, un ultramontano cualquiera, sino uno dotado de "inmenso talento".
Pero no por ello le ahorra al "joven profesor de literatura" los mandobles y estocadas de su agudísimo ingenio:
"Siempre que habla de filosofía se burla de los filósofos no católicos, como si él, además de no tener la caridad que merece el error, tuviese la sabiduría, la ciencia una y eterna, en los armarios de su casa, debajo de llave. No hace como otros que llaman malvados a los filósofos libre-pensadores, atribuyendo sus herejías a pura malicia, no; Menéndez Pelayo más bien cree que los filósofos son tontos, gentecilla que no siguen el catolicismo por falta de seso, por ligereza de cascos. Y así se ríe de ellos, no sin gracia, y no se toma siquiera el trabajo de demostrar por qué los filósofos se equivocan y él no."
Y leyendo ahora estas cosas le asalta a uno un ataque de triple escepticismo. Ante todo, y más que nada, por uno mismo, porque, ¿a quién interesarán estas antiguallas decimonónicas hoy? ¿No se ve uno a sí mismo extraño interesándose por estas cosas? Claro que para vicios raros y querencias extravagantes, hay unas cuantas que son bastante más imaginativas y audaces.
Pero también escepticismo por la polémica en sí. ¿Quién llevaba razón? Hoy es el día en que aún unos dan la razón a uno y otros al otro. Esto, evidentemente, no es una partida de ajedrez, y nadie puede dar jaque mate a nadie.Y si lo da, no importa.
Y en el fondo, escepticismo por lo que disputan: el divertido asunto de si había o no había una filosofía original y nacional en España. Que menuda ocurrencia.
1 comentario:
Ni Menéndez Pelayo se salva de los dardos de Clarín, tan lúcido siempre. En justicia, hay que decir que la "Historia de los heterodoxos españoles", siendo un gran texto, es, en muchos aspectos, una obra que ha envejecido mal, o mejor dicho, que ya nació algo viejuna.
Aquí estamos ocupándonos de estos temas que hoy en día, como bien dices Enrique, parecen no interesar a nadie. Así nos va, me temo.
Un saludo,
Juan
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