LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

domingo, 9 de febrero de 2014

NO HAY MÁS RAZÓN QUE LA RAZÓN

Pero unas páginas más adelante de Las veleidades de la fortuna, otro personaje, el doctor Haller, parece darle la réplica al diputado suizo Stolz y a su defensa de las dos vías de conocimiento, a saber, el entendimiento y la intuición, como perfectamente complementarias. Cuando Larrañaga le pregunta "¿Usted cree que no hay ninguna diferencia entre inteligencia e intuición?", el doctor Haller le suelta esta aguerrida parrafada:

-Diferencia esencial, yo creo que no la hay. A primera vista, sí; parece que la inteligencia es más sistemática, más motivada, más pesada, y la intuición más espontánea, más rápida. Así del médico que haga un pronóstico exacto, se dirá que tiene inteligencia y de la enfermera o de la hermana de la Caridad que haga el mismo pronóstico, se asegurará que posee intuición; pero los dos pronósticos proceden de lo mismo, del fondo de perspicacia en la observación que en el profesional constituye un oficio y en el no profesional, un diletantismo. Yo, por más que busco, no veo diferencia alguna entre intuición y conocimiento; el dato de la intuición me parce más sencillo, menos razonado, no convertido en idea; y el dato del conocimiento, más razonado y más lógico. El uno está menos elaborado que el otro; pero los dos proceden de lo mismo. Estas divisiones, estos conceptos adornados, son ganas de dar aspectos misteriosos a las cosas. Al trabajo que no es claramente consciente de la inteligencia, se le llama intuición. En el hombre que sabe, en el que haya leído y que tenga muchos datos de cultura almacenados en la memoria, esta supuesta intuición parece que vale algo. Si no supiera ni hubiera leído nada, veríamos a qué se reducía esta intuición. 

Entonces, ¿con cuál de estas dos opiniones, contradictorias entre sí, se queda Baroja? Probablemente con las dos, o sea, con ninguna. O tal vez se encogiera de hombros como diciendo "quién sabe". O puede que nos dijera: "Yo no soy filósofo, ni mucho menos epistemólogo, yo sólo soy un humilde novelista que tan sólo da la palabra a sus personajes."

Y puede ser, sí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Raras palabras a raros personajes.
Uno que sólo ve inteligencia en la observación perspicaz cuando proviene de un profesional, o en la intuición cuando la respaldan las muchas lecturas, y otro que queriendo defender, supuestamente, otras vías de conocimiento, equipara la intuición a lo irracional y a lo supersticioso.
No son tan distintos en el fondo ¿no?
Tendría que leer el libro entero, pero para mí que Baroja se ríe de todos los doctores Haller y los diputados "Stolz".