He reflexionado sobre todo esto y he llegado a la siguiente conclusión: aunque los honrados y los sabios con sus obras están en manos de Dios, el hombre no sabe de amor ni de odio. Todo lo que el hombre tiene delante es vanidad, porque una misma suerte toca a todos: al inocente y al culpable, al puro y al impuro, al que ofrece sacrificios y al que no los ofrece, al honrado y al pecador, al que jura y al que no tiene reparo en jurar. Y esta es la peor desgracia de cuanto sucede bajo el sol: que una misma suerte toca a todos. Por ello, el corazón de los hombres está lleno de maldad; mientras viven, piensan locuras, y después ¡a morir!
¿Schopenhauer? ¿Cioran? ¿Algún otro pesimista célebre? No. Qohelet. También conocido por el Eclesiastés. Y es que la Biblia vale por toda una biblioteca. Ahí está todo YA dicho. Claro que no deberíamos quedarnos con lo que se dice en un solo libro. Hay que llegar hasta el final.
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