Para los de Letras, los números primos son primos, sí, pero lejanos.
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En la fila infinita de los números finitos es imposible que se cuele nadie.
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Si siguiéramos la fila infinita de los números finitos, ¿adónde llegaríamos?
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Algunos poetas se resienten de no saber sumar ni restar. Lo que les falla no es la poética, sino la aritmética.
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Los números me desconciertan: nunca acabo de saber si son materia o son espíritu.
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En el álgebra, los números, impotentes, recurren a las letras.
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El teorema de Pitágoras es la mejor autobiografía conocida de Pitágoras.
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Los números nacieron en nuestras manos, y de allí, en triple salto mortal, se mudaron a la fantasmagoría de nuestro cerebro.
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Todo en este mundo es cuestión de medida, es decir, de número. Por eso el amor es un manifiesto anti-matemático.
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La música es una matemática que suena.
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La letra π me pitaba en mis oídos escolares.
15 comentarios:
¡Qué me gustan estas greguerías! Te felicito don Enrique.
¡Un 10!
Ay, yo soy contable de profesión y poeta por afición (con perdón por la ahora triple rima e incluso por los poemas:-). Su entrada me suma el alma.
El desconcierto de la quinta tiene límite: no lo dude, los números acaban siendo espíritu. Lo explica muy bien en la octava.
Mi preferida es la de la música y no estoy de acuerdo con la del amor, pero todas tienen gracia e inteligencia.
Un saludo.
Enrique, comparto contigo esa fascinación por los números, es una fascinación casi religiosa. SOn estupendos. Me quedo con el del álgebra y con el de los números en los dedos que pasaron a la cabeza. ¡Para luego digan que en Internet no hay sabiduría!
Me gusta la de los poetas: la imagen de un poeta sumando o restando es siempre penosa; los "números", en sentido poético -es decir, el ritmo-, no deben responder nunca a una cuenta, sino a una intuición. Claro que, en caso de duda, nunca está de más recurrir a los dedos.
En la métrica, las letras -impotentes- recurren a los números.
¡Y cuánta razón en lo de la música!
Un saludo.
Tras leer a José Manuel:
lso versos buenos se cuentan con los dedos de una mano...
Para mí que el séptimo es la respuesta al cuarto. Los números son, sin duda, espíritu. El quinto y el noveno están en sintonía con esto: son un espíritu que para manifestarse necesita de las letras y, para ganar en profundidad, debe utilizar la música. Me ha parecido una magnífica reflexión sobre un fenómeno, el numérico, sorprendente.
Me gustan todos, pero sobre todo el primero y el último, dignos de Ramón, y el del amor, que suena a piropo castizo, hoy 14 de febrero.
geniales! en algún momento te robo algunos
La poesía que desprenden los números.
Es bellísimo.
¿Y Fito, Jorge, Pablo del Barco...siguen por ahí?
Besos
Pablo se jubiló, Jorge se fue a Madrid, a la Carlos III, y Fito sigue en Sevilla, como siempre. Saludos, Mita.
Gracias, Enrique. Aprendí tantas cosas de los tres, tan diferentes.
A Jorge le quiero muchísimo, lo volví a ver años después en un congreso de la UIMP.He visto fotos suyas, se hizo mayor...
Y Fito, con sus ponchos, sus vaqueros raidos y el eterno manojo de miles de llaves colgando (para qué las querría)por los pasillos.
Encontré casualmente tu blog en una entrada de Antonio Báez. Me alegro mucho.
Besos
¡Me gustan todos! Y los comentarios... ¿Para cuándo un libro de greguerías, Enrique?
Estimado Enrique:
Soy José Manuel Gómez Fernández, yerno de Rogelio Reyes (¡qué momentos vivimos recopilando romances!, ¿te acuerdas?). Soy mantenedor de una tertulia literaria que se reúne una vez al mes (puedes consultar la próxima convocatoria y los enlaces a los blogs de sus miembros en http://losmercuriales.blogspot.com) y a la que por supuesto estás invitado.
Si quieres, puedes mandarme un correo a jomagofer@gmail.com.
Espero que te interese la iniciativa. Un abrazo.
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