Creo que con el descrédito actual de las humanidades, especialmente las clásicas, en la educación, no es fácil que se alcance a entender el lema. No casa bien con la panacea de los ordenadores portátiles y los preservativos a destajo. Estamos en el imperio de las técnicas aplicadas, y queda poco tiempo y ganas para el "ora", y tampoco para el "labora", pues se trata de conseguir atajos tecnológicos para trabajar lo mínimo. Y así perdemos el sentido configurador del desarrollo de la identidad que da el trabajo. Pero no nos vamos a rendir.
Efectivamente, el lema de San Benito sigue siendo el mejor programa para una Europa como la de hoy, que no quiere ni oír hablar de Dios y trabajar lo menos posible.
Se me ocurre que una traducción poco ortodoxa y directa del latín sería: "Ya es hora de trabajar". Y vendría muy bien traducida para el contexto de nuestra "hora".
Orar, a lo profano y puramente natural, sí que lo hacen. Todos los políticos son grandes oradores, oran que no paran. Y en cuanto al laborar, a su modo, también lo hacen. Intrigar, sondear y manipular es de lo más cansado. No es fácil que se alcance a entender el lema, no, pero me temo que no sólo por falta de latines.
Puedo entender el lema, tan conocido por otra parte, e incluso encontrarle aplicación fuera de la creencia religiosa, aunque sería preciso verlo como una metáfora y enredarse en "laboriosas" explicaciones. Pero me temo que esa aplicación metafórica difícilmente pudiera pasar de lo meramente privado. La pregunta que me surge es: quienes, como yo -agnóstico-, carecemos de fe religiosa (al menos, ortodoxa), ¿no tenemos sitio en tu idea de Europa? No sería eso importante en mi propio caso; pero, por poner un ejemplo, en el de Pessoa (el que preconizaba, por boca de Álvaro de Campos, una "intervención quirúrgica anticristiana"), ¿tampoco caben en ella? Triste empobrecimiento sería ése, ¿no?
Yo creo en una Europa respetuosa con la dimensión espiritual del hombre, y con sus manifestaciones públicas. Una Europa anti-algo es mal camino. Pero tampoco significa una Europa pro-cualquier cosa. Los derechos humanos -de verdad- son el límite fundamental, y el cauce necesario. Y curiosamente, sólo se ha hablado de derechos humanos en países con raíces cristianas -más o menos desmochadas-. No soy un abanderado de "¡todos cristianos!" por decreto; simplemente constato la historia, no para echar nada en cara a nadie, sino para aprender y valorar las fuentes de la poca humanidad que nos va quedando como cultura.
7 comentarios:
Creo que con el descrédito actual de las humanidades, especialmente las clásicas, en la educación, no es fácil que se alcance a entender el lema.
No casa bien con la panacea de los ordenadores portátiles y los preservativos a destajo. Estamos en el imperio de las técnicas aplicadas, y queda poco tiempo y ganas para el "ora", y tampoco para el "labora", pues se trata de conseguir atajos tecnológicos para trabajar lo mínimo. Y así perdemos el sentido configurador del desarrollo de la identidad que da el trabajo.
Pero no nos vamos a rendir.
Efectivamente, el lema de San Benito sigue siendo el mejor programa para una Europa como la de hoy, que no quiere ni oír hablar de Dios y trabajar lo menos posible.
Se me ocurre que una traducción poco ortodoxa y directa del latín sería: "Ya es hora de trabajar". Y vendría muy bien traducida para el contexto de nuestra "hora".
Orar, a lo profano y puramente natural, sí que lo hacen. Todos los políticos son grandes oradores, oran que no paran.
Y en cuanto al laborar, a su modo, también lo hacen. Intrigar, sondear y manipular es de lo más cansado.
No es fácil que se alcance a entender el lema, no, pero me temo que no sólo por falta de latines.
Puedo entender el lema, tan conocido por otra parte, e incluso encontrarle aplicación fuera de la creencia religiosa, aunque sería preciso verlo como una metáfora y enredarse en "laboriosas" explicaciones. Pero me temo que esa aplicación metafórica difícilmente pudiera pasar de lo meramente privado. La pregunta que me surge es: quienes, como yo -agnóstico-, carecemos de fe religiosa (al menos, ortodoxa), ¿no tenemos sitio en tu idea de Europa? No sería eso importante en mi propio caso; pero, por poner un ejemplo, en el de Pessoa (el que preconizaba, por boca de Álvaro de Campos, una "intervención quirúrgica anticristiana"), ¿tampoco caben en ella? Triste empobrecimiento sería ése, ¿no?
Yo creo en una Europa respetuosa con la dimensión espiritual del hombre, y con sus manifestaciones públicas. Una Europa anti-algo es mal camino. Pero tampoco significa una Europa pro-cualquier cosa. Los derechos humanos -de verdad- son el límite fundamental, y el cauce necesario.
Y curiosamente, sólo se ha hablado de derechos humanos en países con raíces cristianas -más o menos desmochadas-.
No soy un abanderado de "¡todos cristianos!" por decreto; simplemente constato la historia, no para echar nada en cara a nadie, sino para aprender y valorar las fuentes de la poca humanidad que nos va quedando como cultura.
oremos pues por y para trabajar...
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