Supongo que como ahora los periódicos han bajado clamorosamente sus ventas, algo se tendrán que sacar de la chistera. Y lo que sale de la dichosa chistera no es otra cosa claro que el escándalo. Nada nuevo para el periodismo, pues ya se sabe que lo que vende es el escándalo, bien en su versión sangrienta (atentados terroristas, crímenes pasionales, supestos suicidios por desahucio), bien en su versión corrupta. A esto responderá , digo yo, que se hable tanto de la dimisión (¿qué otra cosa es un abdicación?) del Rey.
Los motivos que se aducen son tan variopintos que inducen al desconcierto. Primero, los de la caza de elefantes, una práctica perfectamente regulada y perfectamente legal. Pues nada, el Rey no puede cazar. Luego, el asunto Corinna, amiga del Rey, a quien por lo visto hay que obligarle a elegir sus amistades. Dicen que S. M. ha tenido varias amantes, y hasta ahora la prensa había respetado lo que sólo a su vida privada concierne y que en nada ha afectado al normal desenvolvimiento de sus responsabilidades institucionales. Luego, el asunto Urdangarín, un proceso que como su propio nombre indica está sub iudice y bajo secreto de sumario (a pesar de lo cual las filtraciones interesadas gotean sin cuento...) Y por último, la evidente merma física del monarca, cosa esperable en quien ha cumplido ya los setenta y cinco años. ¿Y qué si algún día
S. M. tiene que desplazarse en silla de ruedas? No sería sino una más de las tantas personas que tiene que hacerlo y, por cierto, se convertiría en un referente para ellas.
Pero este revuelo prefabricado en torno a la abdicación/dimisión trae mar de fondo. Un tal señor Pere o Pedro Navarro, que es no sé qué del partido socialista, "ha defendido -según leo en La Vanguardia- que España necesita una segunda transición en la que se recuperen los valores de 1789 -sí, han leído bien, ¡1789!- de la igualdad, la libertad y la fraternidad, en la que se apueste por la regeneración democrática y también por una reforma federal de la Constitución."
O sea, por la abdicación... al Estado federal... o confederal. ¡Acabáramos!
7 comentarios:
A lo mejor es menos sutil y lo que pide es, como entonces, guillotina para el Borbón...
Un saludi
Estimado Enrique: Si la república nos va a llevar a experimentos federales y confederales, ¡Virgencita, que me quede como estoy!Te dejo este aforismo mío:
Progresista es quien sufre el espejismo de que todo es mejorable.
Conservador es quien se da cuenta de que todo puede empeorar.
Interesante consideración. Un progresista es el que "sufre un espejismo"; un conservador, el que "se da cuenta". Ergo, supongo, todo progresista es tonto, o al menos alucinado, y todo conservador, lúcido. No hay progresistas que puedan tener razón en nada, ni conservadores que alguna vez se equivoquen. Yo supongo, naturalmente, que TS se considerará a sí mismo conservador, y que lo que verdaderamente está diciendo es esto: los míos (por eso lo son) siempre tienen razón, y los otros, nunca. Una idea que, de ser así, no comentaré: en mi opinión, se comenta sola.
Éste es un argumento impecable; se lo digo sin ironía. Pero me reafirmo en mi idea: el conservadurismo es, básicamente, una actitud de realismo, de respeto a la realidad. Lo que no quiere decir que los progresistas sean "tontos". Los hay tan inteligentes como Gustavo Bueno, Fernando Savater o Aranguren. Y,evidentemente, también hay conservadores poco inteligentes.
Usted sí que se comenta solo.
Gracias a TS por su comprensivo comentario, y también a CB por el suyo, acaso un poquitín menos comprensivo. Y lo digo, en ambos casos, sin ninguna ironía: cada uno tiene su visión, y la expresa con libertad (faltaría más) y con respeto. Es exactamente lo que a mi me gusta: yo deseo vivir, y me alegro de vivir, en un sitio y un tiempo donde conservadores y progresistas pueden entenderse y aportarse mutuamente cosas. Yo creo, en efecto, que un progresista (término, por lo demás y a mi parecer, escasamente claro, o identificativo, a estas alturas) puede darse cuenta de muchas cosas, y un conservador también. Y pienso que ambos puntos de vista, y su diálogo, y hasta su (respetuoso, por favor) contraste, son del todo necesarios, y pueden ser enriquecedores para ambos. Es justamente la idea de que sólo los "míos" (sean quienes sean: me da igual) pueden tener razón por principio la que me resulta inaceptable. Si tal es "comentarse solo", como CB me reprocha con sana ironía, no sólo lo acepto, sino que ojalá nunca deje de ocurrirme.
Los comportamientos detestables, querido Enrique, son detestables, lo diga la prensa o no lo diga. Si se cazan elefantes que se vaya en clase turista, no a expensas del patrimonio público; si se encargan a una señora siliconosa asuntos de estado es un esperpento, porque existe un gobierno democrático y una diplomacia formada.
Si alguien cuestiona la monarquía parlamentaria está en su derecho, aunque sea un disparate impracticable.
Vivimos una España de charanga y pandereta. Y es bueno el espíritu crítico. Creemos en la inteligencia y, por tanto, nuestro desánimo no es fabricado por cuatro titulares a tres columna sino una desesperación real por el desgobierno y la desvergüenza.
Un abrazo.
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