LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

domingo, 29 de julio de 2007

Los ladridos de Bloy


Tremendo Bloy, tremendo. No deja, en sus Diarios, títere con cabeza. Desde el Papa (no importa si es León XIII, Pío X o Benedicto XV) al más humilde vicario, desde los Borbones (ay, también nuestro Alfonso XIII recibe algún bastonazo) hasta los boches como encarnación del mal absoluto... Por supuesto, las bestias más negras son los del gremio, los escritores y artistas (Zola, Anatole France, Huyssman, Bourget, Cézanne... aunque es cierto que defendió a otros, Verlaine, Baudelaire...). Pero, más allá de exabruptos e improperios, más allá de arbitrariedades y de más que probables injusticias, se siente aquí soplar un viento fuerte, como ese que de cuando en cuando barre la atmósfera sucia que flota sobre las ciudades populosas. No sé muy bien si se trata del viento del Espíritu, ya que algunos hablan de "la cólera de la Paloma". El tono es profético, es decir, desabrido e intimidatorio.
Quizás la mejor definición es la que se le ocurre un día a su hija Véronique: "Mi padre es el perro del rebaño".
En Francia, algunos le llamaban "el gran vociferador". Recordemos la importante misión de un perro en un rebaño. La funcionalidad de sus ladridos. Incluso si en estos Diarios hay mucho de literatura y algo, aunque sea bastante, de realidad.

[Y no deja de extrañarme que haya aquí tan escasas alusiones a Péguy, o que sólo sean eso, alusiones. Y de maravillarme de que las más bellas verdades estén en boca de Jeanne... y, en fin, tantas cosas].

6 comentarios:

Adaldrida dijo...

Pues no me gustaría, creo. Los vociferadores no me gustan. Ni los que critican siempre: que se miren al espejo...

Jesús Beades dijo...

Jünger habla con desagrado del carácter escatológico de la prosa de Bloy -escatológico de mierda, no de novísimos-, y sin embargo de la fuerte impresión positiva que le producen algunos de sus aforismos, imágenes geniales, deslumbramientos inesperados. Es cierto: hay que abrirse paso en el fango, para encontrar las perlas. Del burgués dice Bloy que "así avanza hacia la muerte, iluminado con sus propios excrementos". Esto es ejemplo del fango. De las perlas sería esta otra, en la que dice de un niño "que se muere como un arcángel que pidiera permiso".

E. G-Máiquez dijo...

Extraordinaria reseña, Enrique. Muy bien visto lo de esas frases geniales de su mujer, tan impresionantes, a las que Bloy está siempre atentísimo. Y cierto: la definición insuperable del personaje la da Véronique.

Isaac García Expósito dijo...

Enrique......

Bloy, evangelizador, convirtió al catolicismo a una prostituta. Convirtió después a su mujer.

Leo en Wikipedia: "Aunque muy crítico con el ambiente católico de su época, fue un católico de vida sacramental sencilla, violento pero obediente".

Bloy: lo conozco de oídas. Hoy me lo has traído a mi intelecto.

Lo mejor, el final: "Tuvo un papel decisivo en la conversión de muchas personas; entre ellos Jacques Maritain y Pieter Van der Meer de Walcheren, de quienes fue padrino de bautismo". ¡El gran Maritain!.

¿Qué me recomiendas de Bloy?.

Anónimo dijo...

Magnífica conferencia ayer día 31 en el Puerto de Santa María. Me encantó el pasaje sobre el "Duende Lorquiano" y muy curiosa la referencia a Hans Christian Andersen en Málaga.
Entendí o mal entendí (usted me sacará de la duda) que la "gracia" es antagonista de la "guasa". En mi humilde opinión, para tener guasa hay que tener gracia, sino, te conviertes en un "malage", que es el verdadero antagonista del gracioso(obviamente solo aquí).
De Puerta Grande con dos orejas y rabo. Muchas gracias.

Dal dijo...

Terminé "La cosa en sí" de Trapiello, voy dando cuenta de las "Cartas de la prisión y de los campos" de Florenski y después me zambulliré, D.m. con Bloy, siguiendo tus consejos.