Y esa mano que él se cubre con el guante para recalcar con ingenio, maestría y humor cosas que por tan simples nos llaman aun más la atención y para las cuales hay quienes necesitan gabinetes de asesores, para al final terminar pareciéndose a ridículas imitaciones de los ocupantes de los púlpitos o las palestras. Definitivamente Ramón, sublime.
3 comentarios:
¡Dios mio, que envidia!
Y esa mano que él se cubre con el guante para recalcar con ingenio, maestría y humor cosas que por tan simples nos llaman aun más la atención y para las cuales hay quienes necesitan gabinetes de asesores, para al final terminar pareciéndose a ridículas imitaciones de los ocupantes de los púlpitos o las palestras. Definitivamente Ramón, sublime.
Habla como Luis Antonio de Villena.
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