... ni en jeroglífico o jerigonza (como la mayoría de esos poetas que antologa cada semana Amalia Iglesias en el ABCD), sino en purísimo y preciso castellano. Maneja el endecasílabo blanco (ese que tanto defendía y practicaba Jovellanos, ayer, como hoy el autor de Europa ) con naturalidad y contundencia, con flexibilidad coloquial que no excluye finales lapidarios. No siempre se ajusta José Antonio Bablé a ese metro en Presente anterior, como tampoco en el pliego titulado Apariciones, número 9 de la colección Sietemares que con tanto acierto (acierto que esperamos continúe en el futuro) dirige desde Cádiz Mercedes Escolano. Allí, por ejemplo, este poema heptasilábico, "El cuaderno de notas":
"Releo algún cuaderno
antiguo con poemas.
La ansiedad se desborda.
Los curvos caracteres
azulados distraen
la tarde que sestea
sobre los anaqueles.
Muere pronto la intriga.
Envejecieron jóvenes,
como aquellos periódicos
atrasados que apilo
en mesas y rincones,
amarillos del aire
polvoriento que filtra
la hendida claraboya.
Gloria al tiempo que pasa."
Claro que el heptasílabo, según los tratados de métrica, es el perfecto complementario del endecasílabo. Y la gloria, de la elegía o la nostalgia.
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