"El mal es que hablando de hombres decimos, fulano se metió fraile. Y hablando de mujeres decimos, a fulana metieron monja. Como se dice así se hace, que muchas veces, y plega a Dios no sean las más, no entra a ser monja de su voluntad para servir a Dios, sino meterlas sin tener ellas inclinación ni gana de ello, y algunas veces por fuerza, no por otro intento sino, o por que no les pueden casar o por no tener cuidado de mirar por ellas y proveerlas. Lo cual no puede pasar sin gran culpa de quien lo hace y de quien lo aconseja. Y como las que así entran monjas no toman estado por elección de voluntad, el monasterio que es paraíso de deleites a los que voluntariamente entran en él, a las que sin elección propia lo toman, es cárcel aspérrima. No se con qué podrá restituir el que por fuerza mete a su hija monja. Porque le roba libertad que es joya preciosísima."
Fray Domingo de Valtanás, Exposición sobre el estado y velo de las monjas, Sevilla, 1557
[cito por la edición de Guillermo Nieva Ocampo, de la Universidad Nacional del Sur, Argentina, “Servir a Dios con quietud: la elaboración de un modelo regular femenino para las dominicas castellanas a mediados del siglo xvi”, Hispania Sacra, LIX, 119 (2007), pp. 163-196].
4 comentarios:
Me ha gustado lo de "aspérrima", y perdón por la frivolidad del comentario.
Otros tiempos... y otros "valtanases".
(Me ha recordado esa cita que coloca Cortázar en el frontis de Rayuela).
En efecto, Jesús, lo de aspérrima es una gozada.
Poco antes, dice V.:
"La mujer que de su natural
es parlera, brava, ventanera y derramada, al monasterio donde entrare hará
daño y ella vivirá desconsolada."
¡derramada! Otra perla.
Santa Teresa arremetía contra esos padres que metían monja a sus hijas o contra esas mujeres que se hacían monjas para remediarse o refugiarse de un mundo que las rechazaba, por ejemplo, por feas. "¡No quiero monjas tuertas!", dijo en una de sus cartas.
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