LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

lunes, 30 de junio de 2008

Otros tiempos

"El mal es que hablando de hombres decimos, fulano se metió fraile. Y hablando de mujeres decimos, a fulana metieron monja. Como se dice así se hace, que muchas veces, y plega a Dios no sean las más, no entra a ser monja de su voluntad para servir a Dios, sino meterlas sin tener ellas inclinación ni gana de ello, y algunas veces por fuerza, no por otro intento sino, o por que no les pueden casar o por no tener cuidado de mirar por ellas y proveerlas. Lo cual no puede pasar sin gran culpa de quien lo hace y de quien lo aconseja. Y como las que así entran monjas no toman estado por elección de voluntad, el monasterio que es paraíso de deleites a los que voluntariamente entran en él, a las que sin elección propia lo toman, es cárcel aspérrima. No se con qué podrá restituir el que por fuerza mete a su hija monja. Porque le roba libertad que es joya preciosísima."

Fray Domingo de Valtanás, Exposición sobre el estado y velo de las monjas, Sevilla, 1557

[cito por la edición de Guillermo Nieva Ocampo, de la Universidad Nacional del Sur, Argentina, “Servir a Dios con quietud: la elaboración de un modelo regular femenino para las dominicas castellanas a mediados del siglo xvi”, Hispania Sacra, LIX, 119 (2007), pp. 163-196].

4 comentarios:

Jesús Sanz Rioja dijo...

Me ha gustado lo de "aspérrima", y perdón por la frivolidad del comentario.

Joaquín dijo...

Otros tiempos... y otros "valtanases".

(Me ha recordado esa cita que coloca Cortázar en el frontis de Rayuela).

Enrique Baltanás dijo...

En efecto, Jesús, lo de aspérrima es una gozada.
Poco antes, dice V.:
"La mujer que de su natural
es parlera, brava, ventanera y derramada, al monasterio donde entrare hará
daño y ella vivirá desconsolada."
¡derramada! Otra perla.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Santa Teresa arremetía contra esos padres que metían monja a sus hijas o contra esas mujeres que se hacían monjas para remediarse o refugiarse de un mundo que las rechazaba, por ejemplo, por feas. "¡No quiero monjas tuertas!", dijo en una de sus cartas.