Para mí, vamos, para cualquiera, el liberalismo es una doctrina política que afirma que el Estado debe reducirse a sólo tres competencias (defensa y seguridad, administración de justicia y política exterior) y una doctrina ecónomica que sostiene que la riqueza se crea y se distribuye más y mejor mientras más libres sean los particulares para producir y vender y mientras más se respete, por consiguiente, la libertad de mercado y la propiedad privada.
Pero en España se ha solido confundir el liberalismo con la masonería, el anticlericalismo o el radicalismo.
Intelectuales liberales ha habido en España muy pocos. Y algunos que pasan por serlo no lo fueron en realidad.
Parecía que en Ramón Pérez de Ayala íbamos a encontrar un liberal de verdad, un liberal de libro. Así decía en uno de sus ensayos recogidos en Política y toros:
"Todos los pueblos, en el curso normal de su existencia, ejercitan lo que los ingleses llaman el selfgovernment; se gobiernan, mal que bien, a sí propios, con independencia de sus gobernantes, los cuales son tanto mejores cuanto menos estorban el espontáneo desarrollo de la nación."
Sin embargo, la coherencia no ha sido nunca o casi nunca virtud de intelectuales, al menos por estos pagos, y Pérez de Ayala, pocas páginas más adelante, matizaba o, mejor dicho, contradecía su anterior aserto con este otro:
"¡Igualdad!, ¡Igualdad! Por eso, paradójicamente, la forma más eficaz de abstención del Estado es la intervención."
Y concluía que "era absurda (y así lo ha demostrado la historia) la inhibición del Estado en materia económica y cultural (liberalismo manchesteriano, siglo XIX) sino que su intervención en estos dos hemisferios del contenido político constituye su deber primordial."
Con estos "liberales", ¿para qué necesitábamos socialistas?
2 comentarios:
Bueno, tal vez por eso Prieto decía que era socialista a fuer de liberal. El liberalismo decimonónico (y el del primer tercio del XX) es fuertemente estatalista: el Estado es el depositario y administrador de las libertades. Ese liberalismo es clavadito al zapaterismo.
¿Has leído el libro de Andrés Amorós?
Publicar un comentario