Hay tormentas que suceden dentro de una bóveda. Sus relámpagos no se ven, sus truenos no se oyen. Su lluvia no nos moja. Pero sabemos que hay ruido, y luz, y lluvia y viento. Y que esa luz, ruido, lluvia... son los mismos ruidos, luces, lluvias de las tormentas reales. Tan sólo es que suceden dentro de una bóveda.
6 comentarios:
¿No has conocido a persona con esas tormentas?. Traspasadas por la belleza, de una honestidad que da a veces escalofríos y desorienta. Desde fuera, algunos consiguen verla y comprenderla, muy pocos, en estos tiempos que no creemos en el misterio. Gracias nuevamente por compartir.
¿Es la bóveda una vida, una mente, un destino?. No sé si estás de acuerdo o se puede responder a esta pregunta, algo intuyo. Me deja cierta inquietud la entrada.
Un saludo
No se inquiete, Matías. No por mí. No demasiado, al menos.
Puede ser una interpretación de la tormenta interior humana –como en aquel pasaje célebre del Conde Lucanor-, donde no puede acceder al mundo real. Es más fuerte la tormenta de la bóveda que la real. Puede partir de una experiencia propia o ajena, pero señalo y noto muy marcada la entrada como algo personal, como experiencia muy vivida.
Un nuevo saludo.
me gustó, saludos
Parece el diagnóstico de un médico.
Es bello.
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