LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

jueves, 27 de septiembre de 2018

BREVE MEDITACIÓN DEL POEMA LARGO

En un muy breve lapso de tiempo han aparecido dos antologías del poeta prematuramente fallecido Mario Míguez. Una, la firmada y prologada por José Cereijo, con el título de Difícil es el alba, la ha publicado Renacimiento; otra, Ya nada más, seleccionada por José Mateos, aparece en el sello Libros de Canto y cuento, en su colección DKV de poesía. Ambas son muy distintas entre sí, como era casi de esperar. Muy pocos son los poemas  que comparten ambas.
 Los poemas que elige José Cereijo son generalmente largos, a veces muy largos. En cambio, José Mateos se inclina por el poema breve. 

Muy interesante es el debate que plantea Cereijo sobre el poema extenso, que él estima que son aquellos que superan los cuarenta o cincuenta versos "que suele ser el límite en la poesía moderna". Y atribuye el origen de esta tendencia a la preponderante influencia de Poe y Baudelaire, seguidos por otros que él cita como Juan Ramón Jiménez o Mallarmé, y para los cuales el propósito del poema no es la cosa, el objeto, sino "la sensación que un fenómeno produce" (JRJ) o "pintar no la cosa, sino el efecto que causa" (Mallarmé). Y es este "estímulo sublime" lo que no podría sostenerse en un poema extenso.







Y cita Cereijo en su defensa del poema largo de Míguez nada menos que El Paraíso perdido o la Divina comedia para aducir que son obras poéticas en las que "de nada podría prescindirse sin mutilación grave".

Mucho me temo que Cereijo haya sido víctima de la inevitable polisemia de la palabra poesía. Y es que El Paraíso perdido o la Divina Comedia son poesía, sí, pero no poesía lírica. Como no lo son ni La araucana ni El estudiante de Salamanca, pongamos por caso. Son poesía narrativa, épica, pero no poesía lírica, que es lo que intenta hacer, creo, Mario Míguez.

Por eso, como simples lectores, nos parece mucho más acertada la selección de José Mateos, en la que brilla con luz nítida la poesía  lírica de Mario Míguez, que la de José Cereijo, donde esa luz aparece quizá demasiado amortiguada o desdibujada.


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