DE LA NECESIDAD DE LAS CREENCIAS
Reducida a sus fuerzas individuales, la razón humana es perfectamente impotente, no sólo para la creación, sino incluso para la conservación de cualquier asociación religiosa o política, pues no provoca más que disputas y el hombre, para conducirse, no necesita problemas, sino creencias. [...] Nada hay más importante para el hombre que los prejuicios. Pero no se tome esta palabra en sentido peyorativo: no significa necesariamente ideas falsas, sino tan sólo, si nos atenemos a la literalidad del término, ciertas opiniones que se adoptaron antes de todo examen.
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