Pese a la apariencia de las palabras, la presunción de inocencia como principio básico del derecho no nos obliga a, interiormente, presumir la inocencia del encausado: esto es, según el diccionario, a "sospechar, juzgar o conjeturar una cosa por tener incidios o señales para ello". Pues si los indicios o señales indicasen la inocencia, la acusación no se sostendría.Lo que significa la presunción de inocencia es que la carga de la prueba corresponde a la acusación, y será ella quien deba demostrar la culpabilidad del imputado, y no éste su no-culpabilidad.En los sucesos del cuartel de Roquetas de Mar (Almería), al teniente y a los ocho guardias civiles implicados en la muerte de Juan Martínez Galdeano se les ha abierto expediente por falta "muy grave": "Abusos de sus atribuciones y práctica de trato inhumano, degradante, discriminatorio o vejatorio contra las personas que se encuentren bajo su custodia". A la espera de que, examinados los testimonios y las pruebas (vídeo, autopsia), se sustancie si esos abusos existieron, y si son causa de homicidio, podemos entender que los indicios apuntan contra estos miembros de la Benemérita, siete de los cuales, incluido el oficial al mando, afrontan ya una suspensión de seis meses.Las Fuerzas de Seguridad operan en numerosas ocasiones en condiciones límite, en las cuales es muy difícil deslindar el uso necesario y proporcionado de la fuerza, de su utilización desmedida. Si en Roquetas se dio una situación complicada de resistencia a la autoridad –pésimamente resuelta, eso sí–, o bien una dolosa violación de los derechos de un detenido, compete a los jueces determinarlo.Pero ni una cosa ni otra afectan a los méritos de la institución, aunque deterioren su fama. El código moral recogido en la Cartilla de la Guardia Civil (aprobada en 1852), de gran belleza literaria, expresa lo que ha de esperar de la Benemérita quien acuda a ella: "Será siempre un pronóstico feliz para el afligido, infundiendo la confianza de que a su presentación, el que se vea cercado de asesinos, se crea libre de ellos; el que tenga su casa presa de las llamas, considere el incendio apagado; el que vea su hijo arrastrado por la corriente de las aguas, lo crea salvado; y por último, siempre debe velar por la propiedad y seguridad de todos". Lo que sucedió en Roquetas, al parecer, es que alguien se olvidó de todo esto.Pero ese código lo hacen realidad todos los días miles de hombres de verde, conscientes de que "las vejaciones, las malas palabras, los malos modos y acciones bruscas, jamás deberá usarlas ningún individuo que vista el honroso uniforme de este Cuerpo". Si hay excepciones, deben ser purgadas.
(Texto de Carmelo López-Arias en El Semanal Digital).
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