En el primer grupo, el de los políticos, se incluirían galardones como el Cervantes, el Reina Sofía, el Menéndez Pelayo, los premios nacionales del ministerio de cultura… , los de las generalidades, juntas, xuntas y demás taifas, o el recientemente fallado Luis de Góngora, que otorga la junta de Andalucía por el bonito importe de 30.000 euros. Este último le acaba de caer en gracia a Julia Uceda, en dura competencia con Julio Aumente, astro apagado de la constelación de Cántico: estaba claro que lo iba a ganar ella, porque además cumple con la cuota de género. Últimamente destaca mucho en este apartado el jerezano José Manuel Caballero Bonald, el infractor en la moqueta. Un claro excluido de este negociado, o negociete, es Aquilino Duque, castigado de cara a la pared por ser duque en un país en que hasta el Rey parece republicano.
Los que llamo premios sociales son aquellos que suelen otorgar cajas de ahorro, ayuntamientos y diputaciones, mayormente. Les llamo sociales porque cumplen una función social: saciar el hambre de notoriedad de tanto letraherido, propiciar el hobby de la escritura como terapia ocupacional para corazones irredentos, repartir limosnas a los pobres, es decir, a los poetas, fomentar vocaciones de futuras estrellas que se estrellen… o completar la paga de jubilación de los poetas ya amortizados. Además, a estas instituciones las relativamente baratas inversiones les sirven por razones de imagen y fiscalidad. Estos premios son numerosísimos, y es bastante difícil no ser agraciado con uno al menos una vez en la vida, a poco que uno lo pretenda y a veces hasta sin pretenderlo. En este grupo se incluiría también el premio Adonais, en el subgrupo de acción social juvenil.
Finalmente, los económicos serían los premios que atiende sólo, o principalmente, a razones de mercado libre: el paradigma sería el Premio Planeta, pero hay otros muchos. Como el Nadal. Estos premios se venden en grandes superficies y amontonados en pilas.
Conclusión: que premios literarios, lo que se dice literarios, no los hay en España.
Porque, después de todo, ¿qué es un premio literario? Quizá sólo un oxímoron.
(De un apunte para mi futuro ensayo Los libros no son para venderlos).
4 comentarios:
Creo que podrías escribir un libro de títulos. La verdad es que son buenos, y ese sobre libros que no son para venderlos promete...
Me parece muy interesante y acertada tu clasificación, aunque yo le añadiría que en la categoría de los "premios sociales", los amigos son especialmente importantes, ¿verdad?
No sé qué aplaudir más si las lápidas o la taxonomía. Muy bien.
Aticulista despechado?
Lo que es un tema apasionante es el de esos 15, 20 autores que copan la inmensa mayoría de premios cutres. Hay autores que han ganado 1000, 500 premios. Es realmente alucinante. Es un fenómeno desconocido, porque los propios escritores intentan pasar inadvertidos.
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