Un templo es una cueva
en medio de la jungla.
Un templo es un palacio
en que viven mendigos.
Un templo es un jardín
de silencio y de música,
cuya llave tenemos
a nuestro alcance siempre.
Un templo en la ciudad
la unge y la perdona.
Un templo es como el claustro
materno al no nacido.
Un templo es hospital
donde limpian heridas.
Un templo es un oasis
en medio del desierto.
Un templo desafía
las leyes del mercado.
Un templo es la farmacia
del eterno analgésico.
Un templo es el hermano
y no el competidor.
Un templo abre la puerta
desde el hoy a lo eterno.
Un templo entre las calles
nos recuerda el camino,
el rumbo extraviado,
y convierte al peatón
en bordón peregrino.[1]
Un templo es una brújula
y es una cantimplora.
Es la fuerte muralla
que guarda nuestras vidas.
La tienda de Jesús,
plantada entre las tiendas
de nuestro campamento:
éste en que hoy acampamos.
No hace mucho hablábamos en Rayos y Truenos de los blogs como borradores públicos, o algo así. Algo así quiere ser este texto, y por eso lo doy incluso con variante aún dubitativa.
Pero pasen por mi enlazado Cuaderno de Vísperas (que no sólo hoy merece la pena). Carlos, creo, habla de lo mismo, aunque mejor.
[1] Y le otorga al peatón/ el bordón peregrino
6 comentarios:
El texto me parece muy, muy bonito. Con algo de Bloy, creo. No hay ni un solo dístico que no contenga un acierto y el conjunto tiene un ritmo muy conseguido. Mi duda es si funcionara como poema en un libro de poesía. No sé.
La segunda versión me parece mejor.
Enhorabuena en todo caso y retiro mi contraindicación contra los poemas en los blogs.
Gracias, Enrique, por tu benevolencia, lo que te honra como amigo aunque te deshonre como crítico (esto último no importa porque enseguida recuperas tu prestigio con las reseñas que haces).
Una lectora silenciosa pero asidua, y bastante menos indulgente con mis poemas, me hace saber que "suena como a trompicones" y "tiene un ritmo sincopado" y me dice que "estás hablando de un remanso de paz y al que lee le ha subido la tensión después del duodécimo encabalgamiento seguido" (vaya, yo creía que no había ni un solo encabalgamiento).
El estilo repetitivo y litánico lo he tomado no tanto de Bloy como de Péguy. Pero, claro, de la intención al resultado...
La lectora silenciosa pero locuaz se reafirma en que SÍ hay encabalgamientos. Lo vuelvo a leer y, cualquiera que sea el concepto de encabalgamiento (porque la cosa no es tan sencilla), debo reconocer que SÍ, que haberlos haylos. Estos críticos... es que no tienen piedad. Y hacen muy bien.
Qué peligro tienen las lectoras silenciosas pero locuaces (que yo también conozco a una).
Pero seguro que ni ella es capaz de negar estos aciertos:
1- Un templo en la ciudad
la unge y la perdona.
2-Un templo desafía
las leyes del mercado
y 3- Un templo entre las calles nos recuerda el camino.
Insisto en mi preferencia por la variante.
Y me parece muy bueno el rastreo de influencias que ofrece Mora-Fandos.
Me sumo a los aplausos, y entiendo muy justificada la "sencillez" que, como apunta m-f, le reviste de un tono casi sagrado, esencial, antiguo. Esta idea del templo como refugio, como sede del oráculo cotidiano es, en efecto, la que trataba de transmitir en mi última entrada, precisamente por haberla experimentado; gracias por citarme tan amablemente.
Es un dilema esto de la forma y el contenido. En estas lecturas y comentarios aprendo términos "técnicos", muchas veces porque los busco en el diccionario, lo confieso. No sé yo si saber demasiado limita el disfrute. ¿Son incompatibles gozo y conocimiento?
Gracias por las lecturas y las glosas. Todas.Que quede en todo caso el título, "Edificio singular". ¿Qué sería de una ciudad sin esta clase de edificios? Como diría CRM, ¿dónde está la clausura?
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