Pronto hará dos años que puse en órbita esta bitácora, por experimentar, por probar con las nuevas tecnologías, que se dice, más que nada. Dos años son muchos años. Es hora de meditar sobre el género. Sin mucho rigor ni sistema, porque esta es la hora en que yo no sé a punto fijo qué es una bitácora, ni creo que haya nadie que lo sepa. Definiciones hay varias; ahora, que definan lo definido, eso ya es otro cantar. Para la teórica y la sistemática, véase lo que dice José Luis Orihuela, todo un experto en el asunto.
Aquí, ya digo, la cosa tendrá que ir sin sistema y sin teoría. A base de observaciones empíricas. De presentimientos y corazonadas.
Momentos de desánimo hay muchos. Y tentación de abandonar. De hecho, una gran mayoría de blogueros se aburren al poco tiempo y abandonan. A mí me salvó de la inminente deserción un cariñoso coscorrón de Enrique García-Máiquez, que me picó en el amor propio, o casi. ¡Conque había alguien que me leía, y hasta quería seguirme leyendo! Asombroso.
Así que no sólo seguí, sino que lo hice con renovados bríos. Digo renovados, no abundantes, ni juveniles, o sea, con más voz que carne, que diría Lope.
Yo el problema principal que encuentro a esto es el del tiempo. Hay que disponer de mucho tiempo, de un tiempo que a mí me escasea más que el agua en el desierto. Pero al fin he decidido creerme mi propio lema voluntarista (ay, sí, voluntarista): "Sólo las personas ocupadas encuentran tiempo para todo". Sobre todo, ahora que estamos medio de vacaciones. Porque uno, para no hacer mudanza en la costumbre, sólo disfruta de vacaciones "a tiempo parcial".
Dudas y dilemas: que si las entradas deben ser largas o cortas, que si el blog debe ser monográfico o pluritemático, que si conviene tener uno principal y otros accesorios... Ya veremos, dijo el ciego...
De momento, he introducido cambios y mejoras: nuevos enlaces, un contador de visitas, ¡anuncios! (también para probar...), y próximamente, quizás nueva plantilla.
Pero, ¿qué gana uno con un blog? Pues... salir con amigos, sin necesidad de quedar, ni riesgo de tomar copas, ni efectos secundarios en forma de resaca...
Decía Leibniz que las mónadas no tienen ventanas. En cambio, Julián Marías opinaba que sí. Por esta vez, me quedó con el español.
¿No serán estas bitácoras amplios ventanales abiertos de nuestras mónadas inciertas y errabundas?
Como aquellos balcones de antes, en los que la gente se hablaba con los vecinos, de balcón a balcón, sin salir de casa. Sin salir de casa, hoy tenemos a nuestra disposición millares de balcones abiertos.
Hasta luego, vecinos.
5 comentarios:
Claro que se le lee, querido Enrique Baltanás. Sólo que algunos lectores, como yo, son silenciosos, prefieren la lectura a la declaración continuada (tal vez por timidez), se disfrazan del anonimato, y pueden seguir la pista a quien hace años fue su maestro...
Amigo seluj, me olvidé, o mejor dicho no quise alargar el apunte, de las visitas silenciosas... que claro que las hay. Sepa que una de las cosas que yo más estimo es el silencio, pero de esto hablaremos otro día...
Y también hablaremos de "maestros" y discípulos. Prometido.
Así, con estos resultados, da gusto dar coscorrones. Ahora, tras la defensa del silencio (que también es hermoso) y del anonimato que hace Seluj, me callo un poco. Pero tú sigue tocayo Baltanás...
Lo bueno de los blogs es que todavía no hay normas ante las que claudicar. Escribe de lo que te dé la gana cuantas veces te apetezca, con el estilo que te vaya saliendo. La libertad de este medio no radica únicamente en su coste casi nulo, ni en la independencia de su edición, sino en la falta de un corpus normativo que diga qué es correcto y qué es incorrecto.
¡Crea tu estilo! (es el mejor consejo que me han dado en esto de los blogs)
q es peor? q no te lean o q lo q lean les parecca mal?
Cual es peor ausencia,
la del muerto o la del q te dio la espalda?
Dios no debería hacerme caso.
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