Muy poco después de colgarla, ya me di cuenta de que la entrada era muy mala. Casi un paradigma de lo que no debe ser una entrada, o post, o apunte. El tema era tan vasto (la inteligencia, el alma, los animales...) que era como lanzar al vacío sideral al lector y además sin paracaídas.
Un post debe ser lo suficientemente abierto como para que el lector respire, pero no tanto que se quede sin oxígeno por la descompresión.
A la postre sólo valía por la noticia: un libro raro de un autor curioso, que lo había escrito a la edad de diecisiete años, lo que resulta más curioso todavía.
Menos mal que en las glosas y apostillas vinieron los auxilios: una bibliografía actualizada, unas pistas, unos indicios. Ventajas de no estar solos.
Como penitencia, he añadido a la entrada una nueva etiqueta: catálogo de ignorancias.
5 comentarios:
Inteligencia, alma... Casi nada. Servidumbre del léxico humanístico, tan poco preciso.
Yo creo que más que Catálogo de Ignorancias, deberías poner algo así como Inicio de Debates. El sugerir un debate nunca es ignorancia, al menos lo que se suele entender como tal.
En efecto, esos temas debemos abordarlo en el futuro: alma, inteligencia, el alma de los brutos... Que tenemos tarea, vamos.
Me arriesgo a decir que hay dos grandes caminos para aprender sobre la consciencia, y no es la teoría:
Uno, la introspección, la mirada interior; y otro, aprender de las manifestaciones de consciencia de los demás, comenzando por los clásicos: las Confesiones de San Agustín, la Historia de un alma de Teresa de Lisieux, y el relato El hecho extraordinario de García Morente, del que se hablaba en el anterior post.
REflexionar sobre lo que debe ser un post siempre me parece bueno... y sobre el alma, también.
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