En Giovanni Papini, cuyos cuentos y ensayos redescubro estos días, ésta cuanto menos curiosa, si es que no paradójica, observación:
[...] Y también por otra razón Miguel Ángel consideraba la escultura como emperadora de todas las artes: porque es remedio de la sensualidad.
La concupiscencia es muy excitada por el cuerpo humano desnudo; la escultura, arte por excelencia del desnudo, consigue disociar, con la perfección misma de las formas, el estímulo lascivo de la contemplación de la desnudez humana. La sublimidad de la creación plástica purifica, en el espectador, todo bajo impulso carnal. La escultura perfecta es catárquica; el escultor es, a su modo, un moralista.
(G. Papini, "Pensamientos sobre Miguel Ángel", en Descubrimientos espirituales, selección y traducción de Vintila Horia, Buenos Aires, Emecé, 1951, p. 137)
4 comentarios:
Sí que es curioso, sí... Pero yo no lo veo tan paradójico, Baltanás. Coincido con Papini en que uno se excita más viendo desnuda a una buena moza que a la Venus de Milo, aun cuando naturalmente confieso que nunca había analizado estas cuestiones desde esta perspectiva moralizante.
Bravo por el rescate de ese infrecuentable (como dicen los franceses) que es el gran Papini, amigo Baltanás!
Si un hombre extraordinario, incluso genial, exagerase hasta el infinito sobre su propia vida, al esculpirla, por modesto que fuera, no haría más que disimular.
Una malformación ingeniosa de una frase ajena, anónimo, qué lastima que no coincida con la realidad.
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