LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

martes, 30 de octubre de 2007

La última treta del Maligno

Decir clima es decir cambio. Por eso la expresión "cambio climático" es una redundancia, un pleonasmo.
Pero el ecologismo apocalíptico es algo más, bastante más que una aberración científica o una alteración mentirosa de los datos. Y es también algo más que una simple política equivocada.
El "cambio climático" es la última treta del Diablo para marear la perdiz, o sea, para que los hombres se dediquen a marear la perdiz y a perderse en sus laberintos sin salida. Kioto es ya una máquina de fabricar corrupción y aumentar la pobreza, además de ser completamnete ineficiente para los objetivos que se propone. Pero el Diablo no está contento y quiere más. Valiéndose de un multimillonario norteamericano de vanidad insatisfecha, porque no pudo ser presidente en su país, nos vende (nunca mejor dicho) la Mala Nueva.
Pretender que la actividad normal de los hombres pueda alterar el clima de la Tierra es, aparte de disparate científico sin ninguna prueba a su favor, es decir, aparte de ser una mentira, una muestra de soberbia, virtud diabólica donde las haya.
Mentira y soberbia: dos signos, dos herramientas, dos ganchos con los que continuamente el Malo quiere reengacharnos para su maléfica tropa. Quiere, y siempre ha querido, sembrar la confusión. ¿Y qué terreno más propicio que este para sorprender la buena fe de los bienintencionados?
Y si alguien cree que escribo esto por humorada o por gracieta se equivoca. Lo escribo y lo pienso completamente en serio. Vade retro, Al Gore, digo, Belcebú.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Ojo, amigo Baltanás, porque detrás del "gore" Al no hay sólo una legión de bienintencionados, sino también una nutrida patulea de aprovechados y de "progres" que, al haberse quedado sin bandera a la que asirse —la española no les parece lo suficientemente digna—, han elegido ahora este nuevo estandarte del cambio climático. A propósito de este mismo tema, decía yo hace poco en un blog amigo (El Festín de la araña) que no me cabía la menor duda de que nuestros "progres" desnortados —los hijos del gran demiurgo Z—, huérfanos de verdadera ideología, habían encontrado todo un filón y no tardarían en adherirse a esta nueva causa —que ellos maquillarán de perdida, para darse más pote— al objeto de zaherir con ella a sus adversarios o detractores más odiados. Eche, si no, una ojeada a lo ofensiva que se ha desatado recientemente, a raíz de las poco afortunadas declaraciones que Mariano Rajoy (el del primo) hizo a propósito del cambio climático, y verá cómo es verdad lo que yo le digo.

Saludos desde el Nibelheim (que siempre ha estado contaminado por el fuego y el humo del metal forjado).

E. G-Máiquez dijo...

Y yo te aplaudo completamente en serio. Se te ha olvidado un tercer indicador: el éxito. Soberbia, mentira, éxito... malo, malo.

Enrique Baltanás dijo...

Entre el primo de Rajoy y el henmano de Alfonso Guerra no hay color.

GFO dijo...

Es curioso, que lo que toda la vida del Señor se han considerados "ciclos", ahora se interpreten como avisos del Apocalípsis que viene. Si hay un periodo de sequía, es consecuencia del cambio climático, pero, ojo, si hay inundaciones también.
Si hay temperaturas que superan los 40 grados, es provocado por las emisiones de CO2, pero si hay heladas de las que tiembla el Misterio, pues también, lo que no deja de ser paradójico y nos entronca con la gata Flora; si se la meten grita, si se la sacan llora, lo que nos deja pensativos y mohínos, barruntando si esto del cambio no será una milonga.
Por que como ha dicho un juez inglés, el docudrama del Premio Nobel Gore ( como Arafat,.vamos,.....) está lleno de inexactitudes y media verdades, que no se ajustan a lo que realmente acontece, si no a unas previsiones catastrofistas indemostrables.
Pero ya sabemos que la izquierda es así; si Pol Pot fusilaba a quien tuviera gafas, sospechando que sabía leer y podia ser un intelectual, estos mandarines del ecologismo nos quieren dejar sin aire acondicionado en pos de la salvación del planeta.
Hay que joderse....

Anónimo dijo...

Estimado Gutiforever:

Le aconsejo muy vivamente que se dé un garbeo por el blog El festín de la araña, al que ya he hecho referencia, para leer el último post que su anfitrión, Paolo, ha colgado a propósito de esto mismo que usted dice. Le resultará de lo más gratificante (por la coincidencia de opiniones, digo).

SDEN.

Isaac García Expósito dijo...

Cualquiera que haya estudiado una pizca de ciencia y un algo de epistemología, especialmente a Popper, sabe que el cambio climático es indemostrable.

Un nuevo cuento para niños.

Sí, quizás la última treta del Maligno.

Adaldrida dijo...

Te gusta el riesgo, ¿eh? Empiezo a pensar que a mí también me gusta. Y me encanta que Arp, NDAP y tú, (tres de los bloggs que leo casi a diario), coincidáis en el tema desde tres puntos tan diferentes...

Anónimo dijo...

Te sacan una gráfica del clima que abarca varios millones de años, la comparan con otra que abarca las últimas décadas, y van -¡con dos cojones!- y deducen un cambio climático. Eso es como hacer el presupuesto de una comunidad de vecinos (pequeña) extrapolando los presupuestos generales del estado.

Entre los de la cienciología del Cruise, los raelianaos y ahora los algorelianos; estamos listos.

Ser paciente tiene su precio... dijo...

Hagamos pues una apología sobre algorenianos. No muy acertado por cierto el homejaeado por viajar en avión privado, muy ecológico sí señor.

Aparte, hacer caso de un inepto que tiene un primo en Alcalá, de un retirado que se dedica a recoger premios, o de gentecilla que opina de todo nos puede llevar al más ingrato de los conocimientos.

Lo demostrable o no del cambio climático es tan veraz como la existencia del demonio, (Maligno).

Fijémonos mejor en qué cubo depositamos la basura, separada claro, y dejemos de oír las voces genealógicas de barbas sin teñir, que a bien seguro, pocos bienintencionados tendrá a su cobijo, (con tanto cortijo).

Anónimo dijo...

Me temo que voy a disentir ante una cuestión como esta, pese a una abrumadora mayoría que piensa lo contrario. Dejemos a Al Gore a un lado, pues no voy a ser yo abogado del diablo (como me acabarían diciendo)... El cambio climático es un fenómeno que se está produciendo de manera descarada y me parece que negarse a reconocerlo (porque coincida con la progresía) es una tontería.
No hace falta ver ningún documental propagandístico de Lucifer. Basta con irse a la sierra y preguntar a los que han vivido allí toda la vida para saber cómo está cambiando el clima. Y más cerca aún... El año pasado los geranios de mi casa florecieron en diciembre; ayer oí grillos en un parque de la ciudad, y hoy he matado ya tres mosquitos. Es evidente que algo está cambiando, otra cosa es cómo interpretemos el cambio... dentro de la normalidad ("aquí no pasa nada"), o dentro de la catástrofe. En cualquier caso, ahorrar agua, reciclar, procurar contaminar lo menos posible, utilizar el transporte público, etc. no creo que vayan a favor de ningún grupo mediático o ideológico, ni perjudican a nadie.

Enrique Baltanás dijo...

El clima está cambiando... sí, desde que el mundo es mundo.
También Malthus se presentaba como científico, y no hace tanto que algunos nos hablaban del crecimiento cero...
Por lo demás, sí, reciclemos, ahorremos agua, respetemos y cuidemos la Naturaleza... pero no hagamos una ideología de esto.

Ser paciente tiene su precio... dijo...

CONSIDERACIONES RAJOISTAS, "NO HAGAMOS UNA IDEOLOGÍA DE ESTO"

Anónimo dijo...

Por supuesto, este asunto no debe convertirse en patrimonio de ninguna ideología. Pero claro... afirmar esto me parece una temeridad: "Pretender que la actividad normal de los hombres pueda alterar el clima de la Tierra es, aparte de disparate científico sin ninguna prueba a su favor, es decir, aparte de ser una mentira, una muestra de soberbia".
¡Pues claro que la actividad "normal" del hombre influye en el clima! Y esto ni es mentira, ni es soberbia, ni es ideología... Y claro que el clima cambia desde que el mundo es mundo. Pero negar el influjo de la actividad humana normal no parece muy acertado. Otra cosa es que podamos discutir en qué medida eso afecta, que en cualquier caso no me parece poco...

Anónimo dijo...

Dice nuestro amigo Anónimo por necesidad que:

«Basta con irse a la sierra y preguntar a los que han vivido allí toda la vida saber cómo está cambiando el clima. Y más cerca aún... El año pasado los geranios de mi casa florecieron en diciembre; ayer oí grillos en un parque de la ciudad, y hoy he matado ya tres mosquitos».

¡Hombre! Pues yo le aconsejaría vivamente que cambiara usted de domicilio, porque o está muy cerca de un río o bien padece de poltergeists. En cuanto a lo de los grillos, no sé… Quizá es que han decidido mudarse a la ciudad para mejorar su posición económica.

No, de verdad, fuera bromas Anónimo por necesidad. Es que, para tratarse de uno de los temas científicos más complejos y debatidos de los últimos tiempos, nos ha presentado usted unos argumentos de peso que ya, ya.

Lo que me gustaría hacerle ver es que los cambios en la tierra —máxime tratándose del clima— no son siempre indicativos de algo malo o preocupante. Se han producido siempre y seguirán produciéndose (y confiemos en que siga siendo así, porque lo contrario implicaría que la tierra se ha quedado monda y lironda: es decir, muerta).

Verá usted; por motivos profesionales suelo consultar antiguas fuentes históricas (crónicas, documentos diplomáticos, obras literarias, etc.) y estoy acostumbrado a encontrarme en ellas con datos de muy diversa índole que muestran cómo en el pasado el clima de nuestro planeta sufrió oscilaciones muy destacables. Una de las más conocidas, por divulgada, se produjo en la Prehistoria y es el denominado “período de las glaciaciones”, en cuya fase final quedamos nosotros, los homo sapiens sapiens, solos sobre la faz de la tierra. Pues bien, desde entonces se han ido produciendo alteraciones climatológicas de todo tipo, y no siempre en el conjunto del planeta, sino sólo en algunas de sus partes (lo cual es otra muestra más de la complejidad del fenómeno). Valga, como ejemplo de lo que digo, otro período muy estudiado que corresponde a una época que conozco mejor: el Medievo. Está comprobado que hacia el año 650/700 se inició un proceso de calentamiento en Europa que dio lugar a un período cálido que habría de extenderse, aproximadamente, hasta el año 1300 (en el área del Pacífico, sin embargo, parece que las temperaturas descendieron). Dicho período coincidió, no en vano, con la etapa de mayor expansión demográfica y económica de toda la Edad Media (1000-1250), produciéndose un aumento de la población, un incremento de las roturaciones, una mejora de la alimentación, una expansión de ciertos cultivos ante la mejora del clima, etc. A partir de 1350, sin embargo, el proceso se invirtió, iniciándose entonces un nuevo período bastante frío que duró hasta mediados del siglo XIX. No obstante, a lo largo del mismo se fueron produciendo pequeños intervalos de calentamiento, similares al que padecemos en la actualidad, de manera que es difícil predecir si nos hallamos ahora otra vez en una nueva etapa cálida per se o si se trata sólo de uno de esos períodos transitorios con temperaturas más elevadas.

Pero si de verdad quiere profundizar en este tema con conocimiento de causa, le aconsejo que se dé un garbeo por la página web de Antón Uriarte, que podrá encontrar en la siguiente dirección: http://homepage.mac.com/uriarte/index.html. Está repleta de datos científicos, de diagramas y de referencias que parecen mucho más fiables que las conferencias mediáticas del "gore" de Al.

Allí comprobará que en esto del clima inciden multitud de factores —la mayoría de ellos naturales—, al margen de los derivados de la actividad antrópica, que es a la que se acusa principalmente del mal llamado “cambio climático”. Uno de los elementos que, al parecer, puede ser más importante para comprender las alteraciones climáticas que está experimentando nuestro planeta es el del número (muy variable) de manchas solares y su influencia sobre el grado de insolación que afecta a la tierra. Este fenómeno ha experimentado todo tipo de cambios y ha conocido diversos ciclos alternantes a lo largo del tiempo. Fíjese usted, por ejemplo, que hacia los años 1367-1368 de nuestra era se alcanzó un nivel de insolación muy similar al contrastado en el año 2000, con las consecuencias que esto tuvo sobre el calentamiento global y sobre el aumento de las temperaturas. Y no podrá argüirme usted que en la segunda mitad del siglo XIV la capacidad de intervención antrópica era demasiado elevada. De todos modos, en la página de Uriarte se explican a la perfección estas alteraciones de las manchas solares. Y para concluir con este asunto: según algunos expertos parece ser que «la actividad solar de los últimos 70 años ha sido la máxima habida en los últimos 8.000 años». ¿No cree que todo este tipo de factores ayudan a explicar, en buena medida me parece a mí, el calentamiento global que está experimentando nuesto planeta, sin necesidad de acudir a argumentos catastrofistas?

Ahora bien, ¿quiere ello decir que debamos descuidar los posibles efectos adversos que puedan derivarse de la actividad antrópica? No, desde luego. Pero tampoco magnificarlos, como parece que se está haciendo. Precaución, prudencia y ciencia es lo que nos hace falta para afrontar los posibles problemas que pueda plantearnos nuestro clima (de todos modos, como éste se pusiera bravucón poco podríamos hacer, pero bueno). Y, sobre todo, rechazar de plano y dar la espalda a los chamanes mediáticos y a los telepredicadores de pacotilla (sobre todo a aquellos que, habiendo tenido responsabilidades políticas, no hicieron nada en su momento para evitar justamente los mismos males de los que nos quieren prevenir ahora).

SDEN

Natalia Pastor dijo...

Cambios, en efecto, siempre hubo y habrá; ciclos. ¿Por qué este cambio ha de ser necesariamente negativo y peligroso?, ¿qué grado de credibilidad tiene la imputación directa al hombre como causa del mismo?. Ni siquiera han establecido fehacientemente su alcance y sus causas, ¿por qué aceptar sus soluciones como absolutas?.
Evitar daños gratuitos a la Naturaleza es un deber del hombre -como parte de ella que es, se protege a sí mismo al fin y al cabo-, pero a mí que no me hagan sentir culpable cuando los más potentes agresores del medio no se involucran.
Lo que está probado es el desproporcionado rédito pecuniario que está reportando a Gore y a otros tantos que ciertamente no predican con el ejemplo. Y eso, para mí, hace que pierdan credibilidad como bienintencionados, más bien desvela unas intenciones malignas.

Abu Saif al-Andalusi dijo...

Muy interesante y acertado. Mi comentario al respecto está aquí: http://elbaluartedeoccidente.blogspot.com/2007/10/el-gran-timo-del-calentamiento-global.html
Saludos
Luis