Leo en La Vanguardia una entrevista con Francisco Rico, a propósito de su nuevo centón, Mil años de poesía española, continuación local del anterior batiburrillo, Mil años de poesía europea, y no deja de sorprenderme el criterio utilizado para la selección de los poetas más recientes: ¡Google!
"El terreno más resbaladizo es el de los autores que he añadido en esta nueva edición, que ya llega hasta los nacidos en 1960, una Blanca Andreu, un Àlex Susanna o un Carlos Marzal. Ahí cabe no poca discusión, y la verdad es que no están varios que me gustan más que otros sí que he incluido. Pero también ahí he podido guiarme por algunos criterios objetivos. Por ejemplo, Google… ", dice el académico y (valga la redundancia) cervantista.
Y el periodista, algo sorprendido, le pregunta:
No le tiene uno ningún miedo a Google, sino todo lo contrario. Pero hacer de la aparición en Google un criterio fiable no parece muy serio. Ni para la investigación científica ni para la confección de antologías. Eso es, una vez más, el criterio cuantitativo, como el de la lista de los libros más vendidos. ¿Los más vendidos son los mejores? ¿Lo más citado es lo más importante y, acaso, lo más duradero? ¿No podrá ser justo al contrario?
La auténtica criba la hará el tiempo. Cierto. Mientras tanto, en el presente, sólo, o casi sólo, tenemos la cantidad. Y eso es justamente lo que le pedimos al crítico: que escoja, que señale, que distinga en ese maremagnum, en esa superabundancia de cifras, nombres y datos.
Pues si el crítico se guía tan sólo por el número de apariciones en Google, o por la cantidad de páginas de unas poesías completas, ¿para qué necesitamos al crítico? En Google ya buscamos nosotros solos.
"El terreno más resbaladizo es el de los autores que he añadido en esta nueva edición, que ya llega hasta los nacidos en 1960, una Blanca Andreu, un Àlex Susanna o un Carlos Marzal. Ahí cabe no poca discusión, y la verdad es que no están varios que me gustan más que otros sí que he incluido. Pero también ahí he podido guiarme por algunos criterios objetivos. Por ejemplo, Google… ", dice el académico y (valga la redundancia) cervantista.
Y el periodista, algo sorprendido, le pregunta:
¿Por el número de entradas que tenga un poeta?
La labor de un científico, su reconocimiento, se mide hoy por el número de menciones que logra en los trabajos de otros científicos, y Google tiene incluso herramientas para ese objeto, de las que a menudo depende la valoración de un investigador. No hay que tenerle miedo a tomar esos datos como punto de referencia. Claro que existen otros, como las antologías hechas por votación de críticos y creadores. Y para los más jóvenes a mí me ha sido también muy útil fijarme en quienes ya han publicado unas "poesías completas".
No le tiene uno ningún miedo a Google, sino todo lo contrario. Pero hacer de la aparición en Google un criterio fiable no parece muy serio. Ni para la investigación científica ni para la confección de antologías. Eso es, una vez más, el criterio cuantitativo, como el de la lista de los libros más vendidos. ¿Los más vendidos son los mejores? ¿Lo más citado es lo más importante y, acaso, lo más duradero? ¿No podrá ser justo al contrario?
La auténtica criba la hará el tiempo. Cierto. Mientras tanto, en el presente, sólo, o casi sólo, tenemos la cantidad. Y eso es justamente lo que le pedimos al crítico: que escoja, que señale, que distinga en ese maremagnum, en esa superabundancia de cifras, nombres y datos.
Pues si el crítico se guía tan sólo por el número de apariciones en Google, o por la cantidad de páginas de unas poesías completas, ¿para qué necesitamos al crítico? En Google ya buscamos nosotros solos.
6 comentarios:
Pues sí, qué gilipollez más grande. ¡Y este hombre hace la edición que yo más manejo del Quijote! Saldrá más Millenium o El Código da Vinci en Google que el Quijote ¿no?
Es una verguenza. Una cosa es la broma de que google lo conoce todo, es decir, ante un apuro puedes recurrir a él. Otra cosa es hacer una antología. Es como si yo o cualquiera se pusiera a hacer miles de entradas en mi blog, y de esas miles de entradas hiciera miles de reseñas en otros blogs... y por eso consiguiera ser un poeta destacado. Es una pena la verdad tener este criterio tan absurdo.
Un Saludo
Existe toda una disciplina, la bibliometría, que utiliza datos cuantitativos (número de citas en revistas científicas, resultados en búsqueda en la web...) para valorar las contribuciones intelectuales.
Como toda técnica, hay que saberla utilizar. Si Millenium tiene más resultados en Google, que el Quijote, lo único que indica es que, en esta temporada se habla más de una novela más que de la otra, o que hay más público que la lee o está interesado, PERO NADA MÁS.
Los datos cuantitativos miden difusión, recepción, información, pero son inaptos para la tarea crítica, que consiste en hacer un juicio de valor y estimativo, que no es cuantificable.
Sí es cierto que el valor estético o literario, y la recepción, suelen converger: hay un mayor número de lectores del Quijote de Cervantes, que del Quijote de Avellaneda, simplemente por calidad diferencial.
Enrique, no ganamos para sustos. Si ya es absurdo y poco científico (digan lo que digan en la ANECA y aledaños) ese parámetro para medir la calidad de una publicación científica(cuantos más amigos, más citas, y favores que devolver luego), trasladarlo a Google es la globalización del absurdo. Y contar con ello para una antología, un criterio tan certero como preguntar al alcalde de un pueblo por el poeta local. En fin, me asusta la divinización de internet. Un abrazo.
A mí, esta boutade al margen, me llamó la atención de la entrevista (que leí cuando hace unos días la enlazó Álvaro Valverde en su blog):
-Las dotes de improvisación poética que Rico parece poseer y el periodista constata (y digo parece porque el periodista no reproduce lo que quiera que Rico le recitase y no podemos juzgarlo de primera mano).
-Esa idea de que el poeta no puede andar buscando las tónicas y las sílabas: no puedo estar más en desacuerdo; ¿acaso los poemas se escriben de una vez? ¿todo tiene que ir de oído y de manera fácil? ¿todo tiene que ser intuitivo?
-Lo del apócrifo. Por cómo lo dice Rico (nadie podrá decir que el poema no es del poeta que él indica; tiene menos de 15 versos) me inclinaría yo por señalar uno de los sonetos eróticos y anónimos del Barroco que la antología reprocude. Esa es mi apuesta.
Un saludo,
R
Supongamos que en tiempos de Mendel hubiera existido ya Google. Probablemente no lo hubiera registrado. Mendel, un monje agustino, descubrió sus leyes en 1865, pero nadie se dio por enterado, y tuvieron que transcurrir más de treinta años para que fueran reconocidas y entendidas.
Mendel nunca hubiera conseuido la acreditación de la ANECA. Senvillamente, sus investigaciones no tuvieron ningún impacto...
Hoy es reconocido como el padre de la biología científica moderna.
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