La gran poesía de este tiempo no sabemos cuál será. Lo averiguarán, si acaso, nuestros nietos o biznietos. La gran poesía se va decantando lentamente, en silencio, a través de las generaciones.
Mientras tanto uno se contenta con lecturas agradables, agradecidas, que no sabemos si quedarán o no quedarán (¡hay tantos versos polvorientos en las viejas bibliotecas provinciales!), pero que al menos por el momento se dejan leer muy bien, con gusto, con reflexión, con inteligencia. Hace poco eran la Reunión de José Mateos o la Tierra alta de Antonio Moreno. Ahora llega a mis manos Los placeres meláncólicos, de Juan Peña:
Sabes que no es posible
apurar de este día
hasta la última gota.
Por más que te propongas
habrás de lamentar
la sed que no calmaste.
Será la vida el agua
que mojaba tus labios
al tiempo que escapaba entre tus dedos.
Quién sabe lo que será la gran poesía. Pero la buena poesía suena como suenan los versos de Juan Peña.
1 comentario:
Bravo por Baltanás. El poeta Peña es una cumbre. Y hay que declararlo.
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