En él me llama la atención este poema, Columna, que juega con la polisemia de la palabra que le da el título:
De mármol o de humo,
de soldados,
en el apresurado fluir
de los periódicos:
siempre es signo
de soledad,
sostiene los palacios,
las batallas,
sostiene una opinión.
Y permanece erguida
entre ruinas,
entre la derrota,
contra las voces de los otros.
Y al leerlo, comprende uno mejor a aquellos estilitas, como San Simeón (sí, ése al que en 1965 llevó al cine Luis Buñuel), cuya festividad por cierto se celebra dentro de dos días (el 5 de enero) y cuya vida puede leerse aquí. Y, claro, no es extraño que siga habiendo estilitas, incluso en internet y con blog. O que algunas sean de oloroso humo de leña de Zahara de la Sierra.
Es que es lo que somos, columnas solitarias, o bosque de columnas de un palacio en ruinas que en vano intentamos reconstruir nosotros solos.
Por cierto que El fin de la magia contiene varios poemas antológicos, éste es sólo uno de ellos. No sé si lo había dicho.
1 comentario:
Gran poema, sí señor.
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