Estaba viendo la Lolita de Stanley Kubrick por la 2 cuando de pronto interrumpen la película y conectan en directo con Barcelona para dar a conocer el fallo del premio Nadal. El ganador es también poeta, de los mejores, pero no se sabe que hayan interrumpido nunca una emisión televisiva para dar a conocer el fallo de uno de los múltiples premios de poesía que ha ganado. Ni en su caso, ni en el de ningún otro poeta.
En el siglo de oro el género literario de mayor prestigio era el poema épico. Ahora lo es la novela. Si no has escrito una novela, parece que no eres escritor. Y si has escrito novelas, y has obtenido un mediano éxito con ellas, entonces ya puedes pontificar de todo lo divino y humano. Te ofrecerán columnas de opinión, colaborarás en los suplementos dominicales, en las tertulias... Eres novelista, y eso es algo serio.
Parece, no lo neguemos, que este prestigio social se asienta en una realidad del mercado: se venden más, muchas más, novelas que poemarios o que ensayos o que diarios.
Pero, ¿prestigio social equivale a prestigio literario?
La mayoría de las novelas no compensan el esfuerzo de leerlas. Trescientas o cuatrocientas páginas son muchas páginas. Demasiados minutos para el reloj de arena de nuestro escaso tiempo.
Con todo, no recomiendo yo ni verlas a las novelas, como aquel célebre dómine. Muchas hay que han marcado una impronta en nuestra sensibilidad. Pero de ahí a considerarlas el príncipe, o la princesa, de los géneros literarios media un abismo.
Lo que importa, al final, es la obra, sea de un género, de otro, o de muchos a la vez. Su cantidad de luz o de verdad.
No creamos en la muerte de la novela. Pero tampoco en que sea lo único que vive.
2 comentarios:
No tengo ni idea de qué irá esa novela premiada. Mi impresión es que las novelas siguen siendo un modo de distracción popular, excitante de la fantasía, como lo han sido en tiempo reciente las de "El Coyote" o las de Corín Tellado.
Como hoy tenemos más dinero, en lugar de comprar noveluchas en un kiosko, se compran premios literarios en pasta dura, pero con el mismo forraje sentimental que el de hace siglos.
Me gustaría saber dónde anida la literatura auténtica, la que necesita expresar con bellas palabras las ideas o emociones. ¿Tal vez en las canciones de los músicos aficionados?
Ya lo digo tras el comentario de Marcos Taracido. Interrumpir a Kubrick y, de paso, a Nabokob, sin previo aviso me parece una barbaridad. Malos tiempos, desde luego, para la poesía pero sobre todo para las buenas costumbres.
Saludos.
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