Tampoco a las librerías sevillanas, por lo menos a las que yo frecuento, dígase para consuelo del autor de Compostela, ha llegado aún La cosa en sí, último volumen del ya voluminoso y acaso hasta bulímico Salón de los pasos perdidos.
Pero perdidos entre el aluvión de novedades rescato otros tesoros, previo pago de los correspondientes euros.
En el ramo de novelas, me gusta apostar sobre seguro, y así echo al zurrón La loca de Chillán (Pre-Textos), última novela de Aquilino Duque. Quienes hayan leído Mano en candela o El rey mago y su elefante sabrán lo que quiero decir cuando digo lo de apostar sobre seguro.
De ensayo me traigo algo más peso. Dos títulos que publica la misma editorial (Ariel), sobre el mismo tema, aunque con muy distinto enfoque. El primero, encuadernado en pasta dura, es de Fernando Savater y se titula La vida eterna. Lleva faja publicitaria que reza (bueno, no sé si el verbo es en este caso el adecuado) "Vuelve Dios: ¿esperanza o amenaza?". El segundo, ya en rústica y sin faja promocional, es de Alejandro Llano, y se titula En busca de la trascendencia. Lleva el subtítulo de "Encontrar a Dios en el mundo actual". Los leeré como un ejercicio de literatura comparada.
También cargo con Los antimodernos (Acantilado) de Antoine Compagnon, que tiene una pinta muy interesante, así como con Los orígenes de Europa (Rialp), de Christopher Dawson.
Peligros de ir de librerías. Ahora, tiempo para leerlos. Estos, y otros que no menciono aquí, ahora. Pero que están también en la pila, sobre la mesa.
Pero perdidos entre el aluvión de novedades rescato otros tesoros, previo pago de los correspondientes euros.
En el ramo de novelas, me gusta apostar sobre seguro, y así echo al zurrón La loca de Chillán (Pre-Textos), última novela de Aquilino Duque. Quienes hayan leído Mano en candela o El rey mago y su elefante sabrán lo que quiero decir cuando digo lo de apostar sobre seguro.
De ensayo me traigo algo más peso. Dos títulos que publica la misma editorial (Ariel), sobre el mismo tema, aunque con muy distinto enfoque. El primero, encuadernado en pasta dura, es de Fernando Savater y se titula La vida eterna. Lleva faja publicitaria que reza (bueno, no sé si el verbo es en este caso el adecuado) "Vuelve Dios: ¿esperanza o amenaza?". El segundo, ya en rústica y sin faja promocional, es de Alejandro Llano, y se titula En busca de la trascendencia. Lleva el subtítulo de "Encontrar a Dios en el mundo actual". Los leeré como un ejercicio de literatura comparada.
También cargo con Los antimodernos (Acantilado) de Antoine Compagnon, que tiene una pinta muy interesante, así como con Los orígenes de Europa (Rialp), de Christopher Dawson.
5 comentarios:
Yo no sé si Dios, como querían los filósofos antiguos, se desocupa de los asuntos humanos. Lo que es indudable es que tiene una imagen comercial indudable y que la marca "Dios" (con o sin copyright) vende mucho, a toda clase de consumidores: desde creyentes convencidos a ateos recalcitrantes.
Qué buen manojo de libros. El de Compagnon lo vi reseñado en una revista sueca hace un año o así, y lo tenía para comprar en francés. Se han dado prisa en traducirlo.
"Rites of Spring" de Modris Ekstein sigue esperando.
Como me gustaría pasar el fin de semana con esos papeles y no con los que me esperan, papeluchos de tres al cuarto, eso sí con cuatro sellos de compulsa. Otro motivo para ir por Sevilla es ir de librerías.
En fin, saludos desde mi primer nudo gordiano de 2007.
Qué pena que por unos euros no podamos también comprar el tiempo. Otra cosa es lo de ganar la vida eterna... Si averiguas algo, nos lo cuentas.
Los locos chillan: ¡Nueva entrada ya, que volvemos aquí y nos vamos con los ojos vacíos!
De Savater hay que cuidarse. No sé qué pensar de él: por un lado me parece facilón suscribirse a la conducta y pensamiento de quien admira a otro a quien uno tanto admira (Cioran), pero, por el otro,de ahí a ser caso omiso de sus imprecisiones en algo que le debería ir la vida por consecuencia moral, pues hay mucho que recelar.
¿Cómo no va haber una idea de España? de otra manera para nosotros los mexicanos no significaria una especie de Dios milenario, padre violador o monstruo arabe-tomista, etc.
Lo que pasa es que tiene una responsabilidad tamaña responder la cuestión de la esencia española (con todo y que forzosamente para repudiar a los ettarras se tenga que hacer uso de una), ya saben, todo regresa y todo nos destruye y Fernando, creo, no quiere ser aplastado por esa enormidad.
Ni modos habrá que esperar todavía al genio que se atreva a decirnos qué cosa es España.
Publicar un comentario