Ley forzosa del entendimiento humano en estado de salud es la intolerancia. Impónese la verdad con fuerza apodíctica a la inteligencia, y todo el que posee o cree poseer la verdad, trata de derramarla, de imponerla a los demás hombres y de apartar las nieblas del error que les ofuscan. Y sucede, por la oculta relación y armonía que Dios puso entre nuestras facultades, que a esta intolerancia fatal del entendimiento sigue la intolerancia de la voluntad, y cuando ésta es firme y entera y no se ha extinguido o marchitado el aliento viril en los pueblos, éstos combaten por una idea, a la vez que con las armas del razonamiento y de la lógica, con la espada y con la hoguera.
La llamada tolerancia es virtud fácil; digámoslo más claro: es enfermedad de épocas de escepticismo o de fe nula. El que nada cree, ni espera en nada, ni se afana y acongoja por la salvación o perdición de las almas, fácilmente puede ser tolerante. Pero tal mansedumbre de carácter no depende sino de una debilidad o eunuquismo de entendimiento.
31 comentarios:
No conocía este texto de nuestro martillo de herejes, por lo que se ve nostálgico de los buenos tiempos de la Inquisición: ¡eunuquismo de entendimiento, por Dios, qué maravilla! Puede verse cómo hasta los mejores (yo admiro de veras su escritura; incluso su poesía, mucho menos conocida de lo que debiera) son capaces de patinar de veras; ahí se gana a pulso, claramente, lo de Cernuda ("el montañés henchido por sus dogmas", y hasta puede que lo otro, "uno de los fanáticos más extraordinarios jamás producido por una tierra fértil en ellos"). Supongo que a él, Cernuda, de haber podido conocerlo, también le hubiera parecido convicto de "eunuquismo de entendimiento". Cómo no, si escribió aquello de "tolerante de lealtad contraria, / según la tradición generosa de Cervantes". Y es que donde esté la tradición buena, la de Torquemada...
Felicidades por tu onomástica, Enrique.
¡Con menudo comentario sales hoy, en tiempos de corrección-inquisición política!
Este texto pertenece a la Historia de los heterodoxos, es decir, un libro juvenil y militante. Después, MP se moderó bastante, aunque, en lo esencial, no creo que se desdijera de lo fundamental.
Yo creo que en él se refiere a verdades fundamentales, no a materias en las que puede haber opinión. Y básicamente, acierta y da en el clavo.
Porque la Inquisicion, amigo marinero, sigue existiendo;ahora con otro nommbre, "Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe", y sigue velando por la pureza del dogma.
Y nadie más comprensiva y tolerante que la Iglesia, que en el siglo XVII mantenía y regentaba las mancebías (eso sí, las putas estaban obligadas a escuchar un sermón por cuaresma).
El debate sobre la Inquisición española (pues hubo otras en muchos lugares)es otro debate, que quizá debamos tener más adelante.
Desconocía el interesantísimo dato acerca de las mancebías; supongo que las quemas de herejes de ese mismo siglo, y otros, serían para proporcionar calefacción en invierno a las pobres "señoras putas", como las llamaba Almafuerte (Borges dixit: "muchas gracias por las empanadas, señoras putas"). Todo un detalle.
Tolerar no significa nada más que soportar. Y vaya si hay que soportar, y con paciencia (de hecho hasta creo que son parientes etimológicos).
Lo que llama la atención en este asunto es lo tendencioso del registro de intolerancias, como si la intolerancia sólo tuviera un signo (por cierto, precisamente ayer, en un documental sobre el asesinato de Calvo Sotelo, se recordaban las amenazas que le dirigieron los tolerantes diputados izquierdistas: "a éste hay que arrastrarlo" -así, como quien habla de una práctica común-, "esta es la última vez que ha hablado", etc., recogidas en el diario de sesiones. Lo digo sólo porque Inquisiciones hay para dar y tomar, pero parece que sólo se recuerda una).
Feliz día de santo, Enrique. Ya es la segunda que entro sólo a felicitar y acabo enredándome.
Marinero: ¡uff!
Enrique: Magnífica entrada y excelente respuesta a... ¡uff!
Insufrible. Don Marcelino comete el sofisma de confundir la tolerancia como virtud política (respetar públicamente las opiniones de los otros, para que los otros respeten las mías) con las virtudes dianoéticas.
Por cierto, no había caído en que, en el título de la entrada, se habla de "tolarencia", en lugar del correcto "tolerancia". No pensemos que el escribirlo involuntariamente así sea producto de ninguna aversión (o alergia) a la tolerancia.
Aunque, visto que no se rectifica por EB la errata que he advertido, me da por pensar si se trata de un "gazapo voluntario". Como siempre, seguiré atento a éstos importantes detalles.
Bueno, ya se ve que para Menéndez Pelayo trono y altar iban de la mano. Pero es que en la historia humana, ¿cuándo no ha sido así? ¿qué poder político se ha privado de ayuntarse a lo sagrado, y cuando no era lo sagrado religioso, era lo sagrado ideológico, el ABSOLUTO moderno espiritual o materialista (Hegel, Marx, Hitler, Stalin)?
Gracias a Dios -no es frase hecha- estamos en otros tiempos. Y el tema es culturalmente complejo. La tolerancia, al contrario de lo que pensaba Menéndez Pelayo, es una virtud que exige mucha fortaleza: soportar un mal para evitar un mal mayor, o para que no sean impedidos mayores bienes. Prudencia, paciencia (lo que comentaba cb: tollere> soportar). Y la virtud de la fortaleza está más en resistir en el bien que en atacar.
Y sobre todo se ejerce con las personas.
Hay demasiados significados de tolerancia funcionando por ahí. Me quedo con el que dio Juan Pablo II: "La tolerancia no es una virtud pasiva, pues tiene sus raíces en un amor operante y tiende a transformarse y convertirse en un esfuerzo positivo para asegurar la libertad y la paz a todos" (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 1991).
Menéndez Pelayo, me parece que quería defender lo que pensaba que era verdad -como cualquier hijo de vecino que se toma la verdad en serio-, y no aceptar el relativismo. Pero la verdad y la caridad se necesitan una a otra.
Debí recordar mi promesa de no volver a comparecer por aquí con mi firma de "marinero", para no dar cancha a mi suplantador. La nota de las 5.50, obviamente, es suya. Como todas las que caen en el ingenuo autoelogio ("como siempre, seguiré atento a éstos [sic: el acento es cosa suya] importantes detalles"). Quien lea esas cosas, ya sabe que no las he escrito yo.
Respecto a lo que dice "cb", tiene toda la razón: intolerantes y fanáticos, por desgracia, los hay en todas partes. Las declaraciones de la época de Mola, del Mismísimo y de tantos otros del bando "nacional", espeluznan. Citaré sólo un par de ellas de Mola, nada más que porque las tengo a mano:
1) "Sembrar el terror... eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros".
2) "Yo veo a mi padre en las filas contrarias y lo fusilo".
¡Angelito!
Por cierto, yo no había visto el documental sobre Calvo Sotelo al que se refiere "cb". Lo cual no es nada extraño: lo emitió, según me entero, Telemadrid, y ocurre que yo conozco a gente que trabaja allí y sé cómo funciona, y cómo se llega a la conversión de un medio informativo en... no lo califiquemos: lo que hoy es. Pondré sólo un ejemplo, cómico (no hablemos de cosas graves; sería nunca acabar): una nota de servicio, con ocasión del pasado Mundial de fútbol, prohibiendo que, para referirse a la selección española, se utilizase la expresión "la roja". Véase aquí la opinión que dicho documental, o así, merece a Santos Juliá:
http://www.elpais.com/articulo/Pantallas/lamentable/manipulacion/elpepirtv/20110713elpepirtv_6/Tes
Lamentablemente, mi ruín suplantador sigue haciendo de las suyas,pues el comentario 8.37 es obiamente suyo, la pésima calidad de su estilo lo delata. Por otra parte, a mí jamás se me ocurriría hacer dos comentarios seguidos, colmo de la pesadez.
Aunque debo reconocer que en parte hay que dar la razón al falaz monito de imitación, Telemadrid es la caverna del facherío neocón y El País es ejemplo de ecuanimidad donde los haya y Santos Juliá espejo donde se miran los historiadores imparciales.
¿"Obiamente"? El marinero que corrige los acentos a los demás marineros se come las uves.
El rastrero de las 11.41, que va de graciosete y listillo y sólo es un cobarde con habilidades delictivas, haría bien en ofrecerlas donde las apreciaran. En Cuba, por ejemplo, o en la secreta de cualquier república bananera, como imputador, fabricante de testimonios falsos, deslizador de pruebas en chaqueta ajena y todas esas guarradas que se le dan tan bien, tendría un gran futuro.
La tolerancia, como dice Mora-Fandos, es una virtud bien difícil. Lo mismo que la paciencia ('Geduld' en alemán, con la misma raíz que 'tollere', que me olvidé de aclarar el parentesco). Como en el aria de Bach, en la que el mismo Cristo la pide: "Geduld, Geduld/ wenn mich falsche Zungen stechen..." (y sin ánimo de paralelismo alguno por lo de las falsas lenguas, sólo es que al decir 'Geduld' se me ha venido el aria a la cabeza).
Reconozco que envidio la persistencia de mi sosias favorito; yo no tengo, ni de lejos, su constancia. Sus alusiones al "facherío neocón" y demás baratísimos tópicos al uso sin duda tienen, como decía Henry James de una dama conocida por él, "cierta gracia cadavérica". Además de lo que deben costarle, porque sospecho que critica, para (como él cree) imitarme, precisamente aquello que venera. Pobre. Yo no tengo a ningún medio, ni a ningún rebaño ideológico, por "espejo" o "caverna": cada palo que aguante su vela. Por eso, al contrario que él, doy ejemplos y citas precisas, no descalificaciones en manada de las que se aprenden en las sesiones de adoctrinamiento correspondientes. Quien quiera contradecir mis argumentos o mis ejemplos con otros tales (no con tópicos ideológicos baratos), no sólo es muy libre de hacerlo, sino que se lo agradeceré. Claro que para citar con alguna oportunidad a Cernuda, a Henry James, a Borges o a lo que se tercie, hay que haberlos leído, cosa problemática cuando el estómago propio está acostumbrado a una dieta de papilla ideológica barata. En fin, no le critico: a quien hace lo que puede, por poco que (como en este caso) sea, no se le puede pedir más. No se pone en ridículo porque quiera; es sólo que no alcanza. Seamos piadosos.
"La tolérance, il y a des maisons pour ça" (Paul Claudel) Y felicidades por el santo!
Pues es verdad que hemos dilatado tanto el significado de este término (uno más entre otros tantos), que ya no nos sirve para discernir entre una persona tolerante a la vieja usanza (esa virtud tan jodidamente difícil de conquistar) y otra a la que le importa todo un huevo...
Gracias a "cb" por su último comentario, aunque creo que es un poco excesivamente duro con mi (llamémosle así) sombra: mala sombra. Él hace lo que puede, y se aplica a leerme e imitarme (el "monito de imitación", aquí, copia, añadiendo el diminutivo, un calificativo previo mío), cosas todas que no son para molestar a nadie. Verdad que tiene cierta tendencia al insulto, y, lo que es más, al descaro (visto que no dejo pasar sus suplantaciones) de presentarse él como la víctima... En fin, como dice la última frase de "Some like it hot" (aquí "Con faldas y a lo loco"), "nadie es perfecto". Pero en fin, creo que no merece un trato tan duro: no es un mal hombre, pienso, sino sólo un pobre hombre. No es lo mismo. En cualquier caso, aquí renuncio (y esta vez espero acordarme para el futuro) al apelativo de "marinero": a partir de ahora, todo para él, ya que le gusta tanto.
¡Qué bien distinguido, Sara!
Leo en estos días, en edición de bolsillo, la "Historia de la lectura" de Alberto Manguel. En la página 392 y siguientes cuenta la curiosa historia de Anthony Comstock, fundador en 1872 de "la Sociedad para la Erradicación del Vicio". Tan meritoria sociedad se dedicaba a perseguir la literatura "obscena" (algunos ejemplos: Balzac, Rabelais, Walt Whitman, Bernard Shaw, Tolstoi). Pudo crear su sociedad con la ayuda de la YMCA ("Asociación de Jóvenes Cristianos"), que le entregaron 8.500 dólares.
Ya al final de su vida, declaró a un periodista: "En los 41 años que llevo aquí [en Nueva York], he logrado que se declarase culpables a suficientes personas para llenar un tren de pasajeros con 61 vagones, 60 de ellos con otros tantos pasajeros cada uno y el otro casi lleno. Y he destruido 160 toneladas de literatura obscena".
Nada extraño en quien, un año antes de empezar su benemérita labor, escribía en su diario: "Estoy decidido, con el apoyo de la fortaleza divina, a no ceder ante la opinión de otras personas, por lo que, cuando sienta y crea que estoy en lo cierto, me mantendré firme. Jesucristo no se apartó nunca del camino del deber, por duro que le resultase, a causa de la opinión pública. ¿Por qué habría de hacerlo yo?".
Como se puede ver si se repasa la cita de Menéndez Pelayo, el buen señor es un perfecto ejemplo de lo que el santanderino exaltaba en ella. "Con la espada y con la hoguera"; quienes, "eunucos de entendimiento", persistan en la lectura de Tolstoi, Whitman o Balzac, tienen bien merecido lo que les pase. Y la tolerancia, como se ha recordado por aquí, "il y a des maisons pour ça". Pues eso.
El último comentario de marinero (a, b, o c) no merece ningún idem.
El ejemplo aducido por Manguel no parece demasiado creíble...
Que un tribunal americano declare literatura obscena la de Balzac o Tostoi...
Lo que sí me llama la atención, ahora que me fijo, en el texto propuesto, es el tropismo sexual empleado: "aliento viril", "eunuquismo"...
El empleo de este tipo de metáforas sexuales era muy corriente en la literatura del XIX.
Hoy ya no serían políticamente correctas... pero, ¿están mal empleadas? A mi juicio, no, si se tiene en cuenta que sólo son eso: simples metáforas.
"aliento viril"... pues no es que el aliento sea masculino ni femenino precisamente... Así que debe referirse a otra cualidad moral..
En fin, no sé.
Tranquilo, anónimo: los 61 vagones de "pasajeros culpables" y las 160 toneladas de literatura destruidas por ese fanático (que, por cierto, no pertenecía la religión verdadera sino a la herejía)no son nada al lado de los vagones y las toneladas que consiguieron la URSS y la "Revolución Cultural" china.
La tolerancia como virtud política sólo tiene sentido en regímenes políticos que, a más de detentar el poder, pretenden detentar también la verdad (pero la verdad, como he oído decir, se propone, no se impone, y combina mal con el poder político).
Es muy sintomático que en las constituciones liberales, o en la misma Declaración Universal de Derechos Humanos, el término 'tolerancia' está ausente. Es un concepto anticuado, o a lo menos que ha perdido sentido en las sociedades liberales y plurales (las que seguramente disgustarían a nuestro santanderino).
Por eso hoy tiene más sentido que nunca ese chascarrillo de Claudel: ¿tolerancia? ¡ya hay casas de eso!
Curioso el falso marinero, que, prescindiendo de que el auténtico ha hablado repetidas veces de su condición de agnóstico, se refiere en su última nota (9:52) a la "religión verdadera"; se ve que ya prescinde de hacerse pasar por quien no es: un detalle. Sólo le falta renunciar a la identificación que no le corresponde y adoptar una propia.
Y claro, marinero de pega, que hay burradas mayores que la del amigo Comstock. Sin ir más lejos, la Inquisición no sólo quemaba libros: prefería ir a la fuente, y quemar a los autores. No se trata de competir a ver quién es más burro; se trata de hacer ver que la intolerancia, de uno u otro lado, conduce, en nombre de esas "verdades fundamentales" de que habla EB, y por las que según él esa actitud de "espada y hoguera" "acierta y da en el clavo", a creerse dueño único de la verdad y anatematizar, en nombre de esa convicción, a todo aquél que no se ajuste a ella.
Respecto a la penúltima nota de EB, según la cual la historia que cuenta Manguel acerca del buen Comstock "no parece demasiado creíble", le recomiendo que teclee su nombre (el de Comstock) en Google y se entere algo antes de escribir. Tiene toda una serie de referencias, aunque, eso sí, la mayoría en inglés. Y en el propio libro de Manguel figuran también varias referencias bibliográficas. Por poco creíble que a él le resulte, se trata de hechos: ni Comstock ni sus actividades son, por desgracia, un invento mío (ni de Manguel).
"Una persona con una creencia equivale a 100.000 personas que sólo tienen intereses", había escrito en su Twitter el detenido como responsable de la matanza en Oslo. ¿No le hace esto pensar sobre su defensa de la proclama menendezpelayesca: "...a esta intolerancia fatal del entendimiento sigue la intolerancia de la voluntad, y cuando ésta es firme y entera y no se ha extinguido o marchitado el aliento viril en los pueblos, éstos combaten por una idea, a la vez que con las armas del razonamiento y de la lógica, con la espada y con la hoguera. La llamada tolerancia es virtud fácil; digámoslo más claro: es enfermedad de épocas de escepticismo o de fe nula".? ¿Ni sobre su propia afirmación de que en ese texto "se refiere a verdades fundamentales, no a materias en las que puede haber opinión. Y básicamente, acierta y da en el clavo"? Pues debería, me parece a mí.
Anónimo: por mucho que lo intento, no se me alcanza ninguna semejanza entre ambas cosas. Los anarquistas, que no creían en Dios, también ponían bombas.
Caeríamos en un vasto error si confundiéramos la fe, o la creencia, con el fanastismo.
Cierto: caeríamos en un grave error si identificáramos la creencia con el fanatismo. Un creyente, y de veras admirable, fue San Juan de la Cruz; un fanático, y en eso nada admirable, es alguien que, digamos, propone combatir "por una idea, a la vez que con las armas del razonamiento y de la lógica, con la espada y con la hoguera". O con la bomba y el fusil ametrallador, en términos más actuales. (Curioso, lo que se parece la frase entrecomillada a una que dice Menéndez y Pelayo en la cita de esta entrada; va a ser porque la he tomado de allí. Cuando Cernuda se refería a MMP como, repito, "uno de los fanáticos más extraordinarios jamás producido por una tierra fértil en ellos", ¿por qué lo diría? Por "eunuquismo de entendimiento", sin duda. Jugar con ciertas cosas no sólo es frívolo: es muy peligroso).
Menéndez Pelayo no da miedo porque sus opiniones son arqueología. Él no pudo ver con qué gracia y donaire algunas naciones "con aliento viril", como Alemania o la Unión Soviética, pusieron en práctica sus ideas sobre la intolerancia.
El que da miedo es usted, señor Baltanás, y sólo le recomiendo que no se esfuerce tanto, que sus ideas no necesitan mayores estímulos para extenderse y dar frutos. Lo hemos visto hace muy poquito.
Prefiero a los de la mansedumbre de carácter. Esos no disparan balas explosivas.
Atentamente:
JLP
Lo que no entiendo es qué pintan aquí las balas explosivas. ¿Quizás para añadir tensión a su ya de por sí algo destemplado comentario?
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