Reconozco que yo mismo, ay, soy un desastre para esto de la memoria. Son muy pocas las poesías que me sé de coro. Y una de esas pocas son estos versos que Manuel José Quintana estampó en el álbum de una joven dama cuyo salón frecuentaba (y cito de memoria):
¿Qué pondré en verso yo aquíNo los leí en el propio Quintana, sino en Azorín, que los citaba en alguno de sus libros con encomio. Desde entonces me han acompañado.
para Flora de Ferrer?
Galanterías, desdicen
de mi enfadosa vejez;
lisonjas, yo no las sé.
Pido al cielo que de rosas
siempre sembrados estén
los caminos de la vida
para Flora de Ferrer.
Qué caprichosa es la memoria. Ya me podía haber aprendido enteras las Coplas de Manrique o las Rimas divinas de Lope. Más prodigioso aun hubiese sido ser capaz de recitar entera La Araucana. Pero, no, una poesía trazada a vuelapluma en el álbum de una señorita hace siglos difunta. Misterios de la memoria.
2 comentarios:
Qué suerte tenemos los que somos cortitos de memoria. Poder volver a los grandes poemas: una y otra vez. Año tras año, nuevas percepciones entrescadas de los mismos versos. Oh gloria, cuan afortunados somos! Cómo será Machado dentro de diez años? Leeré con el mismo pasmo a Juan Luis? Qué será de los modernos, qué de rubén, resistirán todos ellos el envite de mi paso a la adultez? Qué será de todos los poetas dentro diez años? No me preocupa, puedo esperar.
(...)
La luz del día de hoy
exalta los cristales de la ventana
desde la calle de clamor y de vértigo
y arrincona y apaga la voz lacia
de los antepasados.
J.L.Borges
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