En la carta que Dionisio Ridruejo, a su vuelta de Rusia, en julio de 1942, dirige a Francisco Franco, estas palabras:
"El dictador no puede ser un árbitro sobre fuerzas que se contradicen, sino el jefe de la fuerza que encarna la revolución. El Movimiento no puede ser un conglomerado de gentes unidas por ciertos puntos de vista comunes, sino una milicia fuerte, homogénea y decidida. Y sobre todo, ese movimiento, con su jefe a la cabeza, debe poseer íntegramente el poder con todos sus resortes y el mando efectivo de toda vida social en cuanto la sociedad es sociedad política." (*)Como se ve, lo que Ridruejo le reprocha a Franco es que no sea lo bastante nazi, lo bastante totalitario; que no haya consumado la identidad de Partido y Estado. Que se mantenga como árbitro del contraste de pareceres. Que no fuera un verdadero dictador.
Lo que yo me pregunto es si un hombre que se equivoca así, según él mismo reconocerá después, no debería marcharse a su casa para siempre, renunciar a la política definitivamente, gozando de un legítimo retiro familiar, pacíficamente dedicado a la abogacía y a la literatura. Como penitencia, desde luego. Pero también como un ejercicio de sanísima prudencia. Ridruejo fundó en los sesenta el PSAD, y luego en los setenta la USDE, unas fotocopias que, claro está, no lograron suplantar el original.
Equivocarse, nos equivocamos todos. Pero cuando se cometen errores tan graves no basta con rezar tres avemarías y un padrenuestro, hace falta hace algo más. Por ejemplo, callarse.
(Joder, qué duro estoy hoy. Pobre Dionisio, rip).
(*) Dionisio Ridruejo, Casi unas memorias, Barcelona, Planeta, 1976, p. 237.
4 comentarios:
Le explica a Franco como ser Jose Antonio. Los camisas viejas se quedaron sin luz, sin faro. Y, lamentablemente, integrados en el régimen.
Para no perderse un video de Sebreli presentando su último libro, "El olvido de la razón", en este link: Sebreli en Perfil
En realidad, se piense de ello bien o mal -no voy a entrar en eso- la trayectoria de Dionisio Ridruejo fue bastante coherente. Y fue la que siguieron muchos de los de su generación, en distintas direcciones, en España y en Europa. El primer tercio del siglo XX fue un período proclive a los totalitarismos. La juventud inquieta de los tiempos de la República no se hacía de la JAP, sino que se hacía comunista (o socialista, que entonces se parecía mucho) o de Falange, a grosso modo. Igual que en Europa los partidos en auge eran los partidos fascistas y comunistas. Esto tenía un germen patológico, el totalitario, pero hay que entenderlo también como una forma de responder ante la inadecuación de la política clásica a los fenómenos de masas y a la política chata que hacían los régimenes liberales. Lo que querían los fascistas, en su origen -distinguir de cuáles fueron las manifestaciones del fascismo como régimen- era una especie de revolución no materialista, nacional y social al mismo tiempo (de ahí lo del nacional-socialismo). Estas posturas son muy fáciles de censurar en períodos de calma como los que -con sobresaltos- vivimos hoy, pero -y también habrá que pensar si el capitalismo no está generando rasgos totalitarios, biologicistas, economicistas, de dominio social, que le apartan del liberalismo, sin ni siquiera tener el idealismo de algunos de los que siguieron al comunismo o al fascismo- hay que comprender esa juventud en su época. Ellos, en el caso español, creyeron haber hecho la revolución falangista al ganar lo que se llamó, desde el bando nacional, la Cruzada, y es por ello que le exigían a Franco llevar esa revolución a cabo. Decepcionados, se separaron del régimen de distintas formas, y con distintos resultados. No sólo Ridruejo, sino muchos otros nombres, como Laín Entralgo, Tovar, López Aranguren, Torrente Ballester, José María Valverde (este adoptaría una posición de izquierda cristiana próxima a la de Ridruejo) entre otros muchos.
Pamplona del 1 al 30 de Junio de 1938.
REVOLUCIÓN Y TRADICIÓN.
Por D. Dionisio Ridruejo (Jefe del Servicio Nacional de Propaganda)
Y así, nosotros , por la revolución, otra vez en pie; por la revolución, unidos; por la revolución volveremos a salvar la raíz entrañable de la Historia, a la que NO podemos renunciar porque si renunciamos, seríamos BASTARDOS.
¡Arriba España!
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