LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

miércoles, 19 de agosto de 2009

El milagro del amor

El amor verdadero comienza cuando uno se da cuenta de que el amor de las criaturas no existe y que el ser amado no es más que un vaso de agua para nuestra inmensa sed otorgado por el azar en un encuentro fortuito o un tanteo aún vacilante de nuestro ciego impulso hacia lo infinito. Cualquier otro ser podría fácilmente sustituirlo porque para saciar la sed basta cualquier bebida, y con cualquier material se puede tallar un ídolo. La revelación es dura, pero de este bautismo en la verdad, inmensa y amarga como el océano, vemos resurgir, como una aparición que disipa las apariencias, un nuevo amor hacia las criaturas que ya no debe nada a la necesidad, al azar o a la mentira. Este amor es noble porque ha depurado y separado todos los elementos extraños, invulnerable porque pasa por encima de la muerte y único porque encuentra de nuevo en el ser amado la imagen pura del Dios creador. También aquí la inmortalidad comienza en la resurrección. Pero antes de resucitar hay que morir, y sólo después de aborrecer las cenizas de la nada se paladea el ser.

No amamos a alguien porque sea único, sino que, al contrario, llega a ser único porque lo amamos. Es el amor el que nos eleva a la existencia irreemplazable e inmortal. Es "fuerte como la muerte", porque nos libera como ella del tiempo y de las apariencias. Antes de amar y ser amados, no tenemos existencia verdadera: no somos más que una nebulosa de posibilidades confusas y casi anónimas. El amor nos entresaca de la masa informe y común, del vano torbellino de átomos intercambiables. El amor crea primero dos soledades y luego las une. Todos los bloques de mármol del mundo son más o menos lo mismo, pero cuando Miguel Ángel escoge uno, aunque sea al azar, para esculpir su sueño, a partir de ese instante todo azar queda superado y la forma de la estatua responde a una idea única de Dios eterno. Y la materia y la forma de la obra quedan unidas e inseparables para siempre.

El milagro del amor consiste precisamente en cambiar los elementos que otorga por el azar en dones de la Providencia, revelándonos, a través de las pruebas que van destruyendo todo lo mortal que hay en nosotros, el fulgor divino de un amor irreductible a todos los comunes denominadores de la materia y del tiempo. ¿Cómo llegaríamos a descubrir la inmortalidad escondida en nosotros si no gustáramos el sabor de la muerte?


[Gustav Thibon, Una mirada ciega hacia la luz. Reflexiones sobre el amor humano, Barcelona, Belacqua, 2005]

10 comentarios:

Olga Bernad dijo...

Recordaba este texto de abril. He vuelto a buscarlo.

Consiste "en cambiar los elementos que otorga por el azar en dones de la Providencia". Creo que ahora lo entiendo mejor, pero lo encuentro igualmente difícil. Quizá por eso es milagroso.
Saludos.

Máximo Silencio dijo...

Mis aplausos a esa reflexion, es un portento... Por supuesto me leere el libro.

Muy buena la cita, ha dado mucho que pensar

José R. Suárez dijo...

Gracias (no por el texto sino por su extensión). Considero que una media de 400 palabras (21 más en este caso) es ideal para una entrada de blog.


Post Scriptum De ahí p´abajo.

Anónimo dijo...

Y algo hay de ese amor en subrayar una parte de un texto y colgarla en el blog.
¿Era especial el párrafo o lo hicimos especial blogeándolo?
Saludos
Meg

Enrique Baltanás dijo...

Olga, gracias a tu comentario compruebo que efectivamente ya había colgado este mismo texto. Qué despiste.
O tal vez porque sea un texto dfícil, al que hay que dar más de una vuelta.

Tomás Salas dijo...

La carne
se busca a sí misma en otro cuerpo. /
El amor
es un juego sonámbulo de espejos.

cAlanís dijo...

Me he quedado impactada con este texto! Gracias por compartirlo.

Saludos desde México, Car!

Javier Sánchez Menéndez dijo...

El texto es bueno, pero el contenido da para mucha, discusión.

Saludos.

Emilio Quintana dijo...

Está bien explicar por extenso una verdad natural y simple: el Amor es Providencia. Amén.

Fernando dijo...

De todos os livros de Thibon, "Una mirada ciega hacia la luz" é o que mais aprecio. É preciso dizer entretanto que nessa edição da Belacqva, o prólogo que aparece na edição original foi retirado! Aconselho, a quem quiser ler esse livro, procurar a antiga edição da Rialp "Nuestra mirada ciega ante la luz".

Para os admiradores de Gustave Thibon sugiro modestamente o meu blog:
"oequilibrioeaharmonia.blogspot.com", dedicado exclusivamente a textos de Thibon.

Fernando (São Paulo-Brasil)