Andrés Trapiello nos habla en este libro de los temas eternos y consabidos: ¿cómo podría ser de otro modo? La muerte, el amor, la naturaleza, el paso del tiempo... Y lo hace con una mirada fresca y nueva, que nos induce a que veamos estos temas como inéditos y como nunca antes hollados.
Si en "Los dos cielos" nos enfrenta con el infranqueable misterio de la vida, en "El Retiro un día de diario" nos asoma al juego metapoético entre el autor y el lector, como "Una carretera" nos adentra en el privado mundo de los recuerdos o en "Nostalgia de un pasado remoto" en los entresijos de un imposible pasado perdido... Et sic, ceteris.
Copio aquí una ligera muestra, esta pequeña joya que compendia esa sabiduría de la mirada con que sabe ver el mundo Andrés Trapiello:
EL ABEJORRO
De todos mis amigos del verano
escojo al abejorro. De él me gusta
el modo en el que liba
los azules racimos del glicino
haciendo hablar al aire.
Y también que va solo
y el que escanda a su vez
después de tanto tiempo
en los metros de Píndaro sin miedo
a los abejarucos ni a los críticos.
Mas sobre todo hay algo que prefiero
en su forma de ser:
la manera que tiene de invitarnos
a fingir que dormimos
y a olvidarnos de todo y a no sentir temor
de la vida que tienen por delante
su zumbido... y el nuestro.
2 comentarios:
El temido crítico es un figurante que ansía el plano principal de la posteridad. Sin embargo, al verdadero poeta, al puro, al no contaminado, le importa un pimiento lo que diga o deje de decir ese soso y, cómo no, le importa un pimiento la posteridad. Al verdadero poeta sólo le importa lo que él mismo piensa de su obra, de la que siempre está insatisfecho; por lo tanto, no está por la labor de tener en cuenta a otros lectores y críticos que no sean él mismo. Y, al ver que el tan temido crítico es una persona deshonesta con sus propios amigos, lo aparta de un golpe de ala y sigue su camino personal sin inmutarse. Así es el poeta verdadero.
Quien tiene miedo al crítico, es un poeta de tercera o cuarta fila, cuando no un tonto de remate. A ese hombrecillo no se le puede temer. Pero tampoco se le debe dar ni agua... Si le contáis hechos anecdóticos de vuestra vida personal, él se encargará de difundirlos -exagerándolos, maquillándolos, retorciéndolos o incluso inventándolos- como una maruja de primera (sólo le faltan los rulos y la escoba): de uno cuenta que le dejó la novia -que era más joven que él- y que pasó de ideas políticas de izquierda a ideas políticas de derecha; de otro cuenta que tuvo que prestarle dineros porque las traducciones no le daban para pagar un negocio que trató de montar su mujer; de otro, que siempre se enfada con los editores; de otra, que su vida es una colección de haikus y enfermedades; de otro, que es un pesado y que su padre era ferroviario (como si eso fuese algo malo); rara es la vez que habla maravillas de alguien... Todo eso lo sabe el abejorro firmante de este comentario, que sabe de lo ridículo de vuestro temor y del peligro que supone dar confianza a ese hombrecillo encorvado.
El comentario anterior supongo es de los que aprovechan que el Pisuerga pasa por Valladolid para disparar una andanada contra "el temido crítico", que no sé quién es, ni me interesa ni se lo voy a preguntar al anónimo.
Si lo he publicado es porque aspiro a poner las menos trabas posibles a la libertad de expresión. Pero para otra vez, Anónimo, tómese la molestia de por lo menos ponerse un nick.
Porque eso de tirar la piedra y esconder la mano no está ni medio bien.
Publicar un comentario