LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

domingo, 26 de agosto de 2007

Subrayar los libros: el debate sigue abierto

A veces viejas entradas, que parecían sumergidas en el olvido cibernético, se reavivan y vuelven. En una de diciembre de 2006, sobre la cuestión de si debemos o no subrayar los libros que leemos, Alberich el Negro apostilla ahora su perplejidad. Yo vuelvo a leer la entrada y los comentarios, y sigo igual de perplejo que Alberich, y que entonces.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Vidisti vos, vir clare, lapides mortuorum hominum cum scriptis litteris ab ignaris hominibus? Non, ecce responsum.

Álvaro Valverde dijo...

Por si vale de algo, confieso que uno es incapaz de no subrayar los libros que lee. Vamos, de leer sin un lápiz en la mano. Un rasgo, dice Steiner, de judío. Es más: si hay muchas líneas atravesando aquello, síntoma y señal de que la lectura mereció la alegría (que no la pena).
Sólo un pero: así no es posible leer libros prestados, por los amigos o por la biblioteca.

Joaquín dijo...

Que cada uno haga lo que quiera con sus posesiones. Aunque advierto que quien subraya un libro veda la posibilidad de releer con ojos límpios, redescubriendo el texto, en el mismo ejemplar. A lo largo del tiempo puedo leer una y otra vez los mismo pasajes de los Evangelios, del Quijote, del Teeteto o de Don Antonio Machado... ¿Qué sentido tendría subrayar?

Enrique Baltanás dijo...

Yo he tenido épocas de subrayar y épocas de no subrayar. Ahora mismo, hay libros que subrayo (los de trabajo, estudio, aprendizaje...) y otros que no (poesía, novela...).
Subrayando se entera uno mejor y se facilita la relectura o la búsqueda de aquel dato o idea que nos interesó. A veces no sólo subrayo, sino que hago anotaciones en los márgenes. Pero no sigo una regla fija. ¿Debiera haberla?

Sempietnos dijo...

Tiene usted una mención en nuestro blog,Baltanás

Adaldrida dijo...

Ay, yo destrozo lo que tanto amo... ya hablaré de so en mi bloc...

Enrique Baltanás dijo...

Cómo, ya no tienes blogg sino bloc? En cualquier caso lo seguiremos leyendo.

Adaldrida dijo...

Sigo teniendo blogg!!!

José Ramón Suárez Ortiz dijo...

Hoy, como entonces, yo soy de los del y añado algo que en aquella ocasión escribieron desde Puebla, México: "eso sí, con cierta estética y pulso firme."

Post Scriptum Curioso.

Anónimo dijo...

sUBRAYAR UN LIBRO AL LEERLO ES UNA BUENA FORMA DE HACER MAS ACTIVA LA LECTURA, DE HACER AUN MAS TUYO ESE LIBRO QUE COMPARTES CON EL AUTOR.c

Claudio dijo...

subrayo..subrayo, si soy un asesino de mis libros. Y si no subrayo, me pierdo. Lo necesito para ordenar mis pensamientos, para dejar mi huella.

Los libros de museo, son libros muertos. Viva el subrayaje subversivo!

Anónimo dijo...

¿Todavía sigue abierto este debate? Je, je, je. Well, well. Esto quiere decir que la postrada España de nuestros días no se halla tan inane intelectualmente como uno pensaba. Claro que, en parte, es lógico, pues ¿hay algo más interesante y mejor que los libros? Pero vayamos al grano: mis dudas "subrayológicas" continúan corroyéndome. Témome que nunca lograré solucionarlas del todo de una manera plenamente satisfactoria. ¿No creéis, queridos posteadores que, además de las propias neuras de uno, a la hora de subrayar/no subrayar un libro influye mucho el ejemplar que tengamos entre las manos? Y no me refiero sólo al contenido, sino también, o sobre todo, al continente: portada, tipografía, maquetación, etc. Pero ahora que caigo en ello (¡no se me había ocurrido antes!): habría una fórmula que, posiblemente, sería ideal para solucionar mis dudas subrayológicas: que se impusiera en todo el mundo editorial (pero básicamente en el español) la costumbre que existe en algunos países europeos como Italia, donde muchas editoriales suelen sacar al mercado sus libros con unas cuantas hojas en blanco al final para que el lector escriba allí sus ideas y observaciones durante y tras la lectura del mismo. ¿Se solucionaría así este problema existencial que me acosa y al que debo hacer frente cada vez que comienzo a leer un libro? Creo que, en buena medida, sí, puesto que al poder anotar allí los temas principales y las páginas en las que éstos aparecen recogidos no existiría ya esa necesidad de subrayar. Pero claro; ¿y si la lectura de un libro concreto resultara tan decisiva para nosotros que no tuviéramos suficiente espacio con las vírgenes páginas que aporta la editorial? ¿Deberíamos añadir hojas nuevas (y sueltas) por nuestra cuenta? ¿Acabaríamos subrayando aquellos pasajes que no hubieran cabido en el apartado de anotaciones? ¿Optaríamos por hacer fichas (una solución que adopto a menudo cuando el libro es fun-da-men-tal)? No sé, no sé… “Vivo sin vivir en mí…”.
Saludos desde el Nibelheim.

Sebastián dijo...

Llego tarde, pero ya que hace un tiempito me dio por adoptar esa rutina, y por razones que no son propiamente de lectura, me pareció que algo podía aún aportar:

http://www.lalaurette.com.ar/blog/index.php/emporio/2007/09/14/hb