LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

domingo, 26 de abril de 2009

A la abeja semejante...

El fondo de la editorial Renacimiento se ha convertido, en efecto, o se está convirtiendo... en un fondo sin fondo, inabarcable, donde es casi imposible seguir todas las novedades. Casi por casualidad (y digo casi porque la casualidad absoluta no existe) me encuentro con una "novedad" del 2008 que a mí al menos se me había pasado por alto: El epigrama español. Antología, de José Esteban. Divertido y noticioso, nos permite un recorrido por este género que hoy ha caído, aunque quizás no del todo, en desuso.

La definición clásica del epigrama es la de José Iglesias de la Casa, poeta dieciochesco:

A la abeja semejante
para que cause placer
el epigrama ha de ser
pequeño, dulce y punzante.

Sin que importen ahora los autores, pues es género impersonal, he aquí algunos:

Siempre fray Carrillo estás
cansándonos aquí fuera.

¡Quién en tu celda estuviera

para no verte jamás!


*

El imposible mayor

que halla Ovidio es que del fuego

nazca el agua. Yo lo niego,

que he visto llorar de amor.


*

Veinticinco, dice Irene

ser los años que ahora cuenta.

Cierto: quien tiene cuarenta

veinticinco también tiene.


*

Cascando un piñón don Justo,

avaro sobresaliente,

sintió rompérsele un diente

y se llevó mucho susto.

Pero pronto se rehizo
y exclamó muy placentero:

"Este no cuesta dinero.

¡Temía que era el postizo!"


*

Voy a decirte una verdad y es ésta:

No vale nuestra vida lo que cuesta.

*


En una pendencia, Juan

tan fuerte golpe sufrió
que un ojo se le saltó,

y gritaba con afán:
- ¡Por Dios, señor cirujano!
¿Llegaré el ojo a perder?

- Muchacho, no puede ser,

porque lo tengo en la mano.


*

"Mal ha predicado el cura",

dijeron unas devotas,

y yo repuse: - Es verdad,

hablaba a tontas y a locas.


*

¿Por qué juras que esos versos

de repente los hiciste,

si ellos, aunque tú lo calles
,
bastantemente lo dicen?


*

Por testigo, la enramada;
por techumbre, el firmamento;
y, no obstante, a los seis meses,

lo sabía todo el pueblo.


Cínicos, chocarreros, misóginos, chuscos o a veces ingenuos, se comprende que hoy no se escriban epigramas. Pero, sin ese género, a la historia de la poesía le faltaría un capítulo. Menor, si se quiere, pero desde luego imprescindible y, desde luego, divertido.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Cómo que hoy no se escriben epigramas? Ahí va este:

A Obama quiere imitar
en España Zapatero.
Y, en efecto, ha comenzado
por poner al país negro.

Antonio González dijo...

Sé que quisiste escribir
“tan cansado que me caigo”;
pero escribiste “me cago”.
¡Y te cagaste en la “i”!

Olga Bernad dijo...

Pues sí que es difícil que se prodiguen hoy. Sobre todo porque del ingrediente final se huye como de la peste, cuando una cierta ingenuidad es imprescindible para cualquier creación genial y hasta mediocre. Ahora me parece que hay que estar de vuelta de todo, o parecerlo, en un tono más elaborado, con menos gracia, incluso menos cinismo, pero muchísima más ironía (no vaya alguien a pensarse que hablamos nunca en serio).
Me encanta el penúltimo y su especie de crítica a los versos "casuales" de algunos poetas.
Gracias.