Mi pecado capital no es la envidia. Otros peores tengo. Pero a veces la da a uno envidia, en realidad, admiración, de algunas cosas.
Por ejemplo de los títulos. ¿Nobiliarios? No, librescos.
Por ejemplo, La razón y otras dudas, de José Mateos. Pedazo de título.
Por ejemplo, Autorretrato de desconocido, de José Luis García Martín. Jo.
Amarillo me pongo.
7 comentarios:
El título (un buen título) es el 67,5% del éxito de un libro, y en buena medida, su clave interpretativa, muchas veces.
Muy buenos títulos, basados en una paradoja. Me has inspirado la entrada de hoy, con tu venia. Bien me viene, en verano ando escaso de ideas.
Bueno, bueno, Medidas provisionales tampoco se queda manco como título, me parece a mí.
Sí, qué pena que algunos tengan la costumbre de adjuntarles un libro.
Jo, con el último comentario...
Y lo malo es que no sólo tiene gracia; es que, encima, tiene razón;-)
Titular bien es un arte: tiene algo de clave, de inicio y de resumen.
Me parece importantísimo.
Saludos.
Espléndido Jesús Sanz Rioja.
Post Scriptum No sigo que lo echo a perder.
El título de Mateos es muy bueno, el de Ga. Martín es una chorrada.
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