Los franceses votaron no, los holandeses votaron no, los alemanes, si los hubiesen dejado, habrían votado que nein, del Reino Unido de la Gran Bretaña para qué hablar, y ahora un ministro italiano propone abandonar el euro y regresar a la lira. Aquí, en casa, los españoles dijimos sí, pero con la boca pequeña (la menor participación conocida en unas elecciones). Europa no levanta entusiasmos. O sí.
Pero ocurre que:
Primero. Nos mienten. Nos presentan como Constitución lo que no es más que un nuevo tratado internacional, y tal vez peor que aquel al que sustituye.
Segundo. Dicho tratado es un tocho ilegible, emborrachado de facundia, pretencioso y megalómano. Y al final, es el parto de los montes. Última deposición intelectual de un Giscard verborreico y vacío, senil y masónico (valga la redundancia).
Tercero: Europa no se atreve a ser Europa. Es decir, los Estados Unidos de Europa. Una unión federal o al menos confederal. Siguen plenamente vigentes los estados nacionales, pero con el añadido monstruoso de una burocracia bruselense, un parlamento que no es parlamento, una Comisión que no es gobierno y peor aún si lo fuese porque no la ha elegido nadie.
La UE no es ni carne ni pescado, sino en todo caso una entelequia carísima y lejana. Una calculadora de subvenciones. Una Babel de boletín oficial. Un decorado de oropel para disimular las vejeces de la grandeur francesa o del complejo de culpa germánico. Una falsa posición equidistante entre la libertad y el intervencionismo. Una cultura de la subvención y, por tanto, del dolo. Una identidad forjada por el tenaz orgullo del resentimiento, por la negación más que por la afirmación, por el infantilismo que regresa a los demasiado viejos: nosotros no somos como esos pobres norteamericanos... que derraman su sangre y no comprenden el mundo.
"España es el problema, Europa la solución", decía Ortega. Ahora que España vuelve a ser problema, como una pesadilla que se repite, ya ni siquiera podemos esperar la amanecida salvífica de Europa, más problema y más oscura y más pesadilla aún que España.
Vamos apañados. Habrá que pensar algo.
1 comentario:
Y nunca recuerdo quién le dijo a Abraham Lincoln: "Vosotros tenéis por delante un gran futuro como pueblo unido, porque habláis el mismo idioma. En cambio Europa..."
¿Tal vez Bismarck? Un abrazo.
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