Por supuestísimo, amigo Baltanás. Y fuera del campo literario, no tiene usted más que darse un garbeo virtual por algunos medios de comunicación —pienso, básicamente, en ese nuevo Pravda que es el diario Público— para comprobar el interés e insistencia con que informan continuamente sobre la Iglesia, relacionándola, eso sí, con determinadas cuestiones como la pederastia, el abuso de poder (por lo de la reciente condena del arzobispo de Granada), etc. Es, lo que se dice, información tamizada por un particular filtro de "objetividad". ¡Ah! Pero bastante más jugosos son los comentarios de muchos de sus lectores, llenos a rebosar de un anticlericalismo demodé que, ciertamente, yo ya creía superado. Dice usted, Baltanás, que meterse con la religión da dinero. Cierto. Pero yo me atrevería a puntualizarle, pues es necesario precisar que sobre todo resulta rentable (y gratuito) meterse con el cristianismo y, en especial, con la Iglesia Católica (blanco preferido de los progres).
En cuanto a lo de Lourdes, a lo del Premio Sant Jordi y a su ganador, Pepe Coll, en fin, ¿qué podría decirle? Comencemos encomendándonos a la Virgen de idem para que este dañino sarampión de progresía pueda ser superado al fin.
Me pregunto si Coll, en su tarea reivindicativa de lo pagano y de la idea neolítica de la diosa-madre —que parece ver representada en la campesina Bernadette—, tendrá intención de aportar un donativo con parte del premio embolsado para poner junto al santuario de Lourdes un ara votiva dedicada a los dioses manes del agua, buscando contrarrestar, así el pernicioso efecto que, según él, haya podido ejercer lo católico sobre sus idealizados y agrestes Pirineos. Todo podría ser.
Con todo, lo más gracioso de la progresía es que sus seguidores a menudo confiesan sentir desinterés, e incluso desprecio, por la Iglesia Católica y sus cosas, pero no dejan de hablar de ellas (¿curioso, no?). Y de ganar dinero a su costa (todo sea dicho). Mire usted, si no, al pseudohistoriador Pepe Rodríguez, que ha encontrado un filón: La vida sexual del clero, Dios nació mujer, Mentiras fundamentales de la Iglesia Católica, Mitos y ritos de la Navidad, Pederastia en la Iglesia Católica…
Y para concluir, destacar sólo la originalidad de María Dolores Farrés —finalista del mismo premio Sant Jordi— que ha escrito, y cito literalmente de La Vanguardia.es (día 14/12/07), «una historia de intriga en un monasterio de la diócesis de Vic a finales del siglo XIV. En ese lugar y en el contexto del Cisma de Occidente, con dos Papas, aquel monasterio es testigo de la historia de amor homosexual entre dos monjes». Con tan sólo esta breve reseña, no sabemos a qué orden pudieran pertenecer los dos amantes; pero sólo faltaría que fueran benedictinos, que se llamaran Adelmo y Berengario, y que conocieran a un fraile franciscano —con aficiones detectivescas— llamado Guillermo de Baskerville. ¿Les suena la cosa? Y luego, algunos amigos, me preguntan por qué no leo novela contemporánea… ¡Con la de literatura clásica que todavía me queda por conocer…!
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Por supuestísimo, amigo Baltanás. Y fuera del campo literario, no tiene usted más que darse un garbeo virtual por algunos medios de comunicación —pienso, básicamente, en ese nuevo Pravda que es el diario Público— para comprobar el interés e insistencia con que informan continuamente sobre la Iglesia, relacionándola, eso sí, con determinadas cuestiones como la pederastia, el abuso de poder (por lo de la reciente condena del arzobispo de Granada), etc. Es, lo que se dice, información tamizada por un particular filtro de "objetividad". ¡Ah! Pero bastante más jugosos son los comentarios de muchos de sus lectores, llenos a rebosar de un anticlericalismo demodé que, ciertamente, yo ya creía superado. Dice usted, Baltanás, que meterse con la religión da dinero. Cierto. Pero yo me atrevería a puntualizarle, pues es necesario precisar que sobre todo resulta rentable (y gratuito) meterse con el cristianismo y, en especial, con la Iglesia Católica (blanco preferido de los progres).
En cuanto a lo de Lourdes, a lo del Premio Sant Jordi y a su ganador, Pepe Coll, en fin, ¿qué podría decirle? Comencemos encomendándonos a la Virgen de idem para que este dañino sarampión de progresía pueda ser superado al fin.
Me pregunto si Coll, en su tarea reivindicativa de lo pagano y de la idea neolítica de la diosa-madre —que parece ver representada en la campesina Bernadette—, tendrá intención de aportar un donativo con parte del premio embolsado para poner junto al santuario de Lourdes un ara votiva dedicada a los dioses manes del agua, buscando contrarrestar, así el pernicioso efecto que, según él, haya podido ejercer lo católico sobre sus idealizados y agrestes Pirineos. Todo podría ser.
Con todo, lo más gracioso de la progresía es que sus seguidores a menudo confiesan sentir desinterés, e incluso desprecio, por la Iglesia Católica y sus cosas, pero no dejan de hablar de ellas (¿curioso, no?). Y de ganar dinero a su costa (todo sea dicho). Mire usted, si no, al pseudohistoriador Pepe Rodríguez, que ha encontrado un filón: La vida sexual del clero, Dios nació mujer, Mentiras fundamentales de la Iglesia Católica, Mitos y ritos de la Navidad, Pederastia en la Iglesia Católica…
Y para concluir, destacar sólo la originalidad de María Dolores Farrés —finalista del mismo premio Sant Jordi— que ha escrito, y cito literalmente de La Vanguardia.es (día 14/12/07), «una historia de intriga en un monasterio de la diócesis de Vic a finales del siglo XIV. En ese lugar y en el contexto del Cisma de Occidente, con dos Papas, aquel monasterio es testigo de la historia de amor homosexual entre dos monjes». Con tan sólo esta breve reseña, no sabemos a qué orden pudieran pertenecer los dos amantes; pero sólo faltaría que fueran benedictinos, que se llamaran Adelmo y Berengario, y que conocieran a un fraile franciscano —con aficiones detectivescas— llamado Guillermo de Baskerville. ¿Les suena la cosa? Y luego, algunos amigos, me preguntan por qué no leo novela contemporánea… ¡Con la de literatura clásica que todavía me queda por conocer…!
Saludos desde el Nibelheim.
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