¿Cómo circulan las ideas? ¿Cómo se transmiten? ¿Cómo se inoculan y se contagian?
Muy sencillo: por el aire.
Decía Federico Schlegel en uno de sus aforismos que “las mujeres necesitan menos de la poesía de los poetas porque su propio ser es poesía”. Más tarde, nuestro Bécquer dirá aquello de “poesía eres… tú”, y desarrollará toda una teoría poética en las Cartas literarias a una mujer en torno de esta idea.
¿Leyó Gustavo Adolfo a Federico, en el original alemán o en alguna traducción? No lo creo, no es probable. Pero, una vez emitida a la atmósfera, una idea se puede “respirar” sin que haga falta “leerla”.
Sin olvidar que tanto Schlegel como Bécquer partían de una tradición muy antigua que veía a la mujer como el estímulo y el acicate de la poesía, es decir, de la creación. Sobre esa idea básica, las variaciones y matices pueden ser casi infinitos.
Y por cierto, ¿el número de las ideas que acompañan a la Humanidad es infinito, o más bien este número es finito, y lo inagotable son los matices, las adaptaciones, las reformulaciones, etc.?
Propósito: escribir un libro que se titule Historia de las ideas tradicionales, que partiría del principio de que el número de las ideas concebidas por el género humano, y transmitidas por la tradición, es limitado. De que, reducidas a su esqueleto, son muy pocas las ideas que necesitamos. Y siempre son las mismas. Con actualizaciones, claro.
La última palabra de este apunte, si acabara en el párrafo anterior, sería la palabra claro. Pues no, será: oscuro.
6 comentarios:
Muy sugerente esta entrada. La idea de que las ideas viajan por el aire es preciosa, muy poética. Respecto a lo que planteas, a mí lo que me llega con la brisa de esta mañana es que son, en el fondo, unas cuantas ideas bajo miles de apariencias. Ánimo en tu propósito de escribir la Historia de las ideas tradicionales. Genial la última frase, genial.
Dices, Carlos, "unas cuantas ideas bajo miles de apariencias". Y, en efecto, habría que determinar su número y su nombre. Habría que empezar por hacer una lista. Yo estoy empezando a hacerla y espero poder ofrecerla próximamente.
Metafísicamente hablando, entiendo que las ideas malas ya están todas, y desde hace mucho: el mal no es creativo, sino privativo, y no da de sí; siempre es igual desde el comienzo de los tiempos y no hace sino repetirse bajo distintas apariencias (que se lo pregunten a los confesores). De hecho, está compendiado en el Decálogo.
Sin embargo, el bien es creativo, difusivo e inagotable. No puede compendiarse. Como el sumo bien (Dios) es inabarcable, y como somos criaturas suyas espirituales, podemos "crear" (o "descubrir") ideas nuevas sin cesar.
Y en cuanto a la tradición, ya sabes lo de d'Ors (esta vez, el abuelo Eugenio): "lo que no es tradición es plagio".
Muy de acuerdo en que el bien es difusivo y creativo. Pero el mal muta sin cesar, y ni duerme ni descansa. A su manera, también es creativo. Aunque confío en que el bien vencerá al mal definitivamente al final de los tiempos.
El segundo párrafo me deja pensativo. Podemos crear o descubrir ideas nuevas sin cesar... Ya digo, oscuro.
La entrada está muy bien escrita, con esa media verónica final que tanto le gusta a CRM, y a mí.
Historia de las ideas tradicionales, es un título estupendo. A ver si te animas...
Me temo que soy un escritor ...de títulos.
Publicar un comentario