El viento, hoy, ya no tiene faldas que levantar.
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El viento aúlla porque no existe.
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La naturaleza, cuando siente ganas de viajar, se pone una capa de viento.
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Por el laberinto de callejuelas, el viento niño juega al esconder.
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Los calvos hemos desarrollado una cierta osadía frente al viento.
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El viento del espíritu es el único del que acaso nadie puede resguardarse.
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El viento quiere violar al paraguas.
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El viento de levante es el que nos hace levantarnos de la playa.
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El aire de la calle Aire trae olores de primeras ediciones del 27.
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Qué pena que Eolo se muriera sin conocer la rosa de los vientos.
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Cuando el viento ruge de veras, hasta los leones se callan.
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Hay vientos, como el cierzo y el ábrego, que silban y porfían en endecasílabos.
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En la suave brisa que acaricia, el viento ofrece dedos de mujer.
2 comentarios:
Le ruego que me disculpe por escribir de algo distinto a la entrada de hoy, pero ya en casa y leyendo tranquilamente el periódico (11:15 P.M.)leo el siguiente titular: "La Junta dará dinero a las universidades según lo que opinen los alumnos de los profesores". Más adelante sigo leyendo: "también dependerá del número de catedráticas y del número de investigadoras principales. ¿Estoy ya dentro de la pesadilla de esta noche?.
Una vez más solicito su comprensión. Lamentablemente sólo se me ocurría algo ya casi olvidado en la "memoria histórica": Al vent, la cara al vent, les ulls al vent....
Geniales, como aquéllas, estas volaterías de septiembre. Me encantan. Por destacar una, me ha gustado especialmente la del viento violador de paraguas. Y se me ha ocurrido apostillar una: el viento de levante es imperativo. Más volaterías, por favor, que vuelen, que vuelen.
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