LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

jueves, 16 de noviembre de 2006

Mi primer libro

¿Quién que haya escrito un libro no lo ha esperado con emoción, no lo ha abierto por primera vez con temblor? Mi primer libro, aquel en el que vi por primera vez estampado mi nombre en la cubierta, llegó por correo, desde un punto lejano de la geografía española, envuelto en grueso papel, protegido por cartones para que no se deteriorara el contenido en su periplo postal por trenes y estafetas. Con cuánta impaciencia cogí las tijeras y corté las cuerdas que cerraban el paquete. Era la edición anotada de un clásico de las letras españolas. Cuántas veces lo miré y remiré, de frente, de perfil, sobre la mesa, colocado ya en una estantería, junto a otros libros de autores admirados, señeras luminarias de la filología. Allí estaba mi nombre, junto a los de esos maestros admirados. Mi nombre, entonces y ahora casi anónimo, junto al nombre de un clásico. A él asociado en letras de molde. Yo contemplaba el ejemplar como el viajero que se extasia ante el retrato de la amada lejana, aquella que aún lo espera en algún lugar del mundo. Eran instantes de maravilla.

Luego, muy poco después, vendría la decepción, el relativismo, el comprobar que todo seguía igual.

Luego vendrían muchos más libros, y más decepciones, y el relativismo de las pequeñas alegrías que no cambian una vida que siempre es igual aunque nunca sea igual. Una vida a la que no va a cambiar un libro nuevo. Y muchísimo menos, un nuevo libro tuyo.

Ahora, cuando recibo un nuevo libro mío, apenas si le dedico unos minutos, para escudriñar las erratas que se hayan deslizado. Procuro limitarme a las erratas para no tener que reparar en los errores. Rápidamente lo coloco en su sitio, para que no me dé tiempo a pensar si será el último que escriba o que yo vea publicado, para no sentir vergüenza de mi incorregible afición por los esfuerzos inútiles, para no sentir remordimiento por el tiempo malgastado, robado a mí mismo con alevosía y nocturnidad, para entristecerme ante unas páginas definitivamente escritas, publicadas, muertas... Y porque no tengo tiempo que perder. Porque acabo de empezar a escribir un nuevo libro.

2 comentarios:

Breo Tosar dijo...

Ahora mismo estoy intentando publicar mi primer libro, pero esto va lentooooo... jejeje!!
Tus reflexiones son muy divertidas. Y es que, como dice Enrique G-M, la vanidad tiene las patas cortas.

Anónimo dijo...

Entretenidas y acertadas reflexiones; veo con preocupación (ya que ya estoy enredada en escribir mi primero) que me arriesgo a entrar en esta rueda inacabable de la pasión por decir. Pero al ver que no soy la única, puedo acudir al consuelo tonto de que somos muchos y "no sentir vergüenza de mi incorregible afición por los esfuerzos inútiles".
¡Muchas gracias!