Reparemos en el título. Juan, no don Juan. Los Machado apean a don Juan del tratamiento, por consecuencia de su deseo de actualizar y modernizar, de acercar el añejo mito al espectador moderno.
Porque de esto se trata primeramente. De traer al hoy. A pesar de que los Machado continúan usando el verso, en la obra se habla de automóviles, aviones, deportes, yates, bandas de jazz...
Pero no se trata sólo de aggiornamento, sino de profundización y prolongación del mito.
Porque es don Juan un mito proteico, poliédrico, multifacial.
Siempre cuenta, por lo menos, con dos caminos abiertos, por uno de los cuales ha de decidirse, y una vez decidido, recorrerlo. Los donjuanes de Tirso y de Molière escogen el camino de perdición. El de Zorilla y el de los Machado, el de la salvación. En Zorrilla, el arrepentimiento es in extremis, con un don Juan agónico y moribundo, ya en trance de muerte. El de los Machado cuenta con mucho más tiempo por delante para rechazar su vida anterior y acogerse a un nuevo camino.
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