LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

martes, 12 de diciembre de 2006

Mondas de libros


Recuerda uno los primeros libros que compró. Cómo fueron formando, al principio, una breve, muy breve hilera multicolor sus lomos alineados en la balda casi vacía.
Cómo fueron creciendo y ocupando más y más anaqueles, y necesitando de nuevas librerías. Tapizando paredes, una tras otra.
Cómo llega, un buen día, el colapso, porque los metros cuadrados de la casa, por muy amplia que sea, ya no dan abasto.
Y, definitivamente, llega el momento de hacer monda de libros, como se hacía la monda de huesos en los cementerios de las iglesias, exhumando los restos y traslandándolos al osario de la cripta.
En este caso, la alternativa es llevarlos al librero de viejo, por si allí encuentran mejor acomodo, nuevos emplazamientos, nuevas manos, nueva vida.
Y se desprende uno de esos libros con pena, con melancólica resignación. Se siente uno como un mal padre, como un amante infiel, como un mal amigo. Siente uno el vértigo del juez, que salva o condena con un leve gesto. Se siente uno muy mal, definitivamente.
Pero, no, no hay más remedio. Si no se hace la monda, no cabrán nuevos libros. Nuevos libros que esperablemente, invariablemente, van llegando.
Y, luego, que sabe uno que ya no volverá a leer nunca esos libros. Que pertenecen a una etapa cerrada, a unas vías muertas, a unos caminos extraviados.
Pero algún día llega la pequeña venganza, o más bien el justo castigo, dentro de la justicia poética que, inexplicablemente, regula el mundo, aunque no sea siempre.
Y necesitamos, por cualquier azar, consultar ese libro. Justamente ese título. Y ese título no está. Es de los que se barrieron en la última escamonda.

2 comentarios:

Dal dijo...

¡Qué buena entrada y cuánta razón tienes! Yo me siento incapaz de desprenderme de los libros, y así me va.

Anónimo dijo...

Muchos libros de los que me desprendí en esas peligrosas "purgas" me persiguen todavía como pesadillas. Prefiero tomármelo con espíritu deportivo, "pasar página" (metáfora que viene al pelo) y no mesarme los cabellos por los libros perdidos.