En estos días en blanco ha sucedido el atentado de Londres. Pero también un nuevo atentado en Bagdad, con el resultado de treinta y dos niños irakíes muertos. Muertos cuando recibían golosinas de soldados norteamericanos. Esto, claro, ha tenido mucha menos repercusión mediática. Bagdad queda lejos y a casi nadie le importa mucho que allí sigan poniendo bombas, que mueran inocentes. Como tampoco importa que eso pase casi a diario en Israel.
Yo creo que la "alianza de civilizaciones" que predica nuestro presidente es una soberana majadería, se mire por donde se mire. Sólo hay este dilema: civilización (sólo una, "la" civilización) o barbarie (una sola también, "la" barbarie). Y entre estos dos extremos no puede haber alianza ni componendas.
En Irak hubo una intervención aliada para derrocar a un tirano genocida y dar paso a un estado democrático. Se han celebrado elecciones, y nadie ha dicho que no hayan sido limpias. Ahora se trata de reconstruir el país, de estabilizar y fortalecer su democracia. De limpiarla de terroristas, seguidores o aliados de Sadam Hussein. ¿Qué ocurría si Francia y Alemania decidieran ahora acudir con sus ejércitos a echar una mano a los aliados? ¿Qué pasaría si España enviara un contigente de la Guardia Civil especializado en contraterrorismo? ¿Cuánto tiempo tardaría en estabilizarse la joven democracia irakí? Pero no hayan temor mis amigo progres, que eso no sucederá. Ni siquiera Angela Merckel, próximo canciller alemán según todos los pronósticos, enviará tropas a Irak. Ya lo ha dejado claro, debido a la impopularidad del asunto. Así que seguirán lloviendo bombas sobre las mezquitas, sobre las comisarías, sobre las bodas... sobre los policías y los niños, sobre los diputados y sobre las patrullas. Y también sobre Londres, sobre Madrid, quizás sobre Roma... La ONU ya ha destinado una partida sustanciosa de su deficitario presupuesto para llevar adelante el proyecto de la kantiana y zapateril alianza de civilizaciones. Estamos salvados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario