En todas las ciudades españolas hay millares de pisos vacíos, y millares de personas que buscan vivienda. Existe una oferta potencial, existe una demanda real. Sólo hay que conseguir que la oferta potencial se convierta asimismo en oferta real. La receta es muy sencilla: libertad. Otorguemos a los firmantes de un contrato la potestad de pactar libremente sus cláusulas. Se alquilará por tres meses o por tres años, con renovación o sin renovación automática. Los juzgados resolverán rápidamente cualquier incumplimiento. Y se acabó el problema de la vivienda.
Pero, esto, tan sencillo, es muy complicado. Supone creer en la libertad. Más aún, supone creer que los ciudadanos saben mejor que nadie lo que les conviene, lo que desean. Que no necesitamos que ningún Estado ni ningún Gobierno se meta en nuestras vidas.
Pero aquí vamos en sentido contrario, creando Ministerios de la Vivienda, Agencias Estatales de Alquiler... Sólo nos falta, o no, un Plan Quinquenal.
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